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OPINIÓN - MARTES, 25 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Crisis y deporte
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Aquí no va a haber ningún elemento que sea tabú en la búsqueda de atajar, cuanto antes, y de la mejor manera posible, la crisis galopante que azota a los particulares y a los organismos públicos.

El deporte puede ser uno de los campos en el que el azote de la crisis se deje notar antes, pero no en todo el deporte, porque el super profesional seguirá como está o mejor, pero las clases inferiores serán las que se vean privadas, unas veces, de instalaciones, otras de educadores, y a la larga pueden volver a darse circunstancias como aquellas en las que para jugar un partido de fútbol, por ejemplo, había que llevar, al hombro, los postes de las porterías.

Aquí en Ceuta, que se pasa del cero al infinito en un santiamén, han sonado a repique de campanas y luego a redoble el que se empiece a barajar la posible desaparición del ICD para así ahorrar.

Visto a bote pronto y sin analizar por dentro la situación, podría parecer una temeridad, pero parándose a analizar lo que es hoy el ICD, lo que cuesta a la Ciudad Autónoma este organismo y la “rentabilidad” que está produciendo, podría ser una solución, si no su desaparición, al menos su reciclaje y su transformación en algo distinto a lo que es hoy.

Generalizar, siempre acarrea injusticias y en el ICD ha habido personas que sin haber pertenecido al deporte, sin conocer el deporte, sin ilusión por nada relacionado con el deporte y, únicamente, por el enchufismo del que mandaba en alguna parcela, en su momento, han entrado como con calzador, y a los cuatro días de estar dentro, ni agradecido, ni pagado, y únicamente se manifestaban con “yo ya estoy dentro y ahora a vivir”. La frase no me la he inventado yo en estos momentos, fue pronunciada, delante de mí, por alguien que sigue ahí “vivito” y sin dar golpe, además de que se lleva la vida de Dios.

Así no puede subsistir un organismo que empieza por ser dirigido, siempre, por el amigo del que manda, y a partir de ahí ..., lo que salga.

Recuerdo la ilusión y los viajes de mi amigo, el añorado José María Rodríguez Portillo – al que ahora se quiere negar la sal de dar su nombre a un polideportivo, por parte de quienes no hubieran servido para llevarle el bloc de notas con los preparativos de lo que fue el IMD -, cuando comenzó a trabajar sobre ese proyecto que terminaría en el Instituto Municipal de Deportes.

Fueron muchos los viajes, en aquella época, pero este no iba a hoteles de cinco estrellas, a Madrid, o mejor dicho a sus cercanías: Getafe, Leganés, Alcorcón, Fuenlabrada ..., para conocer la estructura de aquellos organismos que el grupo socialista de los años 80 tenía perfectamente organizado.

De esos viajes pudo salir un modesto IMD que empezó a andar, no tirado por un potente “trailer” de muchos caballos, sino como una carreta de bueyes que iba lentamente. Pero ahí quedó ya eso.

Luego, con José María Rodríguez Portillo ausente, llegaron las vacas gordas, llegaron los proyectos faraónicos de instalaciones que costaron hasta cinco veces más de lo que se pensó inicialmente, por ejemplo en Polideportivo López Días Flor. A esto se unía una serie de colocados en las oficinas, como si de un ministerio se tratara y paralelamente otro mucho personal para atender las necesidades, que a veces quedan sin atender. En su día daremos ejemplos. Un presupuesto así es imposible soportarlo.
 

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