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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 3 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

¡Al abordaje, gritaba el capitán Garfio a sus muchachos!. Las películas de piratas me encantaban en mi época de juventud, viendo cómo entre los barcos piratas de libraban las batalla, contra aquellas otras naves a las que querían robar sus tesoros. Siempre existían los muchachitos de turno del que se enamoraba locamente la princesa o la alta personalidad que iban en aquellas naves que habían sido tomadas por los piratas.

Aquellos piratas, bebían ron, se emborrachaban, tenían patas de palo, un ojo tapado y algunos hasta llevaban un loro sobre sus hombros, incluso te caían simpáticos porque, analizándolos a fondo, no eran tan malos como aparentaban.

Del asunto este de piratas que robaban los tesoros a los barcos que venían de América, sabemos mucho los españoles pero, sin duda alguna, más saben los ingleses o los hijos de la Gra Bretaña, cómo ustedes prefieran llamarlos. Pero esa es otra historia que, hoy, no viene al caso. Algún siglo de estos que me coja sin nada mejor que hacer, igual la contamos y décimos, en ella, quienes fueron los más beneficiados o los que más nos robaron.

Todo esto de las películas de piratas con el ojo tapado, que se emborrachaban tomando ron y que, algunos de ellos, llevaban un loro sobre sus hombros, lo entiendo perfectamente porque no dejaban de ser películas con las que disfrutábamos los chavales en el cine, volviendo a siglos pasados.

Lo que ya me cuesta más trabajo de entender. Vamos que lo entiendo menos que un discurso de Solbes es que, en pleno siglo XXI, con los enormes avance de la Humanidad, habiendo llegado incluso a la Luna, existan piratas que tengan “acongojado” a medio mundo, tomando barcos de pesca, grandes petroleros e incluso tomando rehenes y pidiendo rescates millonarios.

Qué grandes potencias negocien con unos piratas de pacotillas, la recuperación de sus barcos incluso de sus hombres, me cuesta un enorme trabajo entenderlo. Cuando el asunto se puede solucionar en menos de diez minutos.

Los piratas se saben donde están ocultos, lo de ocultos es un decir, igual que sus barcos. O sea que no tiene perdida el dar con ellos, que están más localizados, que los que tenemos teléfonos móviles. Sabiendo todo esto y que, además, según dicen los entendidos son dos mil, ni no más, ni uno menos. Santa Lucía le conserve la vista al que los ha contado, para decir el número exacto sin equivocarse, la solución es de lo más fácil del mundo. Se envían par de aviones y en menos que canta un gallo, se “cepillan” a todos los barcos piratas. Y como decía la sabia de mí abuela, “muerto el perro, se acabó la rabia”

Jefe, perdone, usted lo ve de una claridad meridiana, pero qué dirán los ”buenos” de siempre, por utilizar ese par de aviones, para acabar con las embarcaciones que es el sustento de toda esa pobre gente.

También tengo la solución, enano, se les entrega a los “buenos” un documento de protesta y reclamaciones que deben rellenar, con todas las alegaciones que quieran. Una vez relleno, se lo pasamos al ”maestro armero” para que decida.
 

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