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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 3 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

La maldición de ser pobres
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es lo que se da en la mayor parte de los emigrantes, en aquellos que tienen que salirse de sus tierras, especialmente, para ir a comer fuera de su propia casa, que ese pan que se les ofrece lejos de donde nacieron y de donde viven, en muchas ocasiones parece que viene “maldito”, por cuanto junto a ello aparecen circunstancias que rompen la aparente “felicidad” que están a punto de encontrar en las nuevas tierras que están habitando.

Veo en la prensa del pasado lunes que un subsahariano resulta herido grave tras intentar cruzar la valla hacia Ceuta. ¡¡ Vaya por Dios!!. Este, con toda seguridad, venía pensando que estaba a punto de lograr su meta: la entrada a España, donde las leyes acogen y no maltratan a aquellos que “con” o “sin” papeles llegan a nuestro territorio.

Sin embargo, a este subsahariano le faltó el último paso, y le faltó porque no debió saber medir, palmo a palmo, hasta el último centímetro y, al final, no pudo llegar a la valla que nos separa de Marruecos.

Era la madrugada del sábado al domingo, posiblemente la mejor hora para “haberse colado” hasta esta parte, por las inmediaciones de Duar Belynuech, pero no debió calcular bien, o la policía del otro lado de la valla “no estaba dormida”, más bien cumplía con su obligación. Había vigilancia, tenía una labor que cumplir y la estaba cumpliendo, con lo que su actuación impidió que se produjera ese salto que le habría llevado al subsahariano a tierras españolas, a territorio ceutí.

Cuando una policía tiene que cumplir una misión, normalmente la cumple, y los policías del país vecino estuvieron en su sitio, dieron el alto a este subsahariano, quien quiso esquivar a los agentes y en su huida se desprendió por un barranco, resultando herido de gravedad.

Aquella era una huida a lo desconocido, era una carrera que no estaba en la programación de su marcha hacia España, había surgido un imprevisto que sería fatal para este “emigrante-inmigrante” que buscaba un mundo nuevo.

No cabe duda, era la búsqueda de algo mejor. ¿De donde venía? No lo sé, pero es lo mismo. Posiblemente había recorrido varios miles de kilómetros en unas condiciones penosas, con hambre, frío/calor, dificultades de todo tipo y en esa huida a ..., no encontró el destino.

Es una desgracia, no cabe duda, pero pienso que una desgracia más grande es que los gobiernos de todos estos países de los que salen multitudes de “sin papeles” sigan ahí y que ni las ONGs, ni otros gobiernos que se dan golpes en el pecho, amparándose en no sé qué legitimidades, permitan que sigan en el poder.

Aquí no está el hombre por el hombre, es el dominio sin escrúpulos de unos con largas cuentas corrientes en Suiza o en ciertos paraísos fiscales, frente a otros que no tienen, o no les dejan tener, nada más que la maldita pobreza.

Los de las grandes cuentas pueden aspirar a casi todo, el tiempo que les dura el poder, los de la maldición del hambre y la pobreza lo único que tienen es la oscuridad de la noche para intentar camuflarse de la policía, a ratos el sol y ..., cuando surge, también encontrar algo de comida. No tienen más. La esperanza en un mundo y una vida mejor es lo que les hace arriesgar lo único que, de verdad, tienen: la vida.
 

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