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sucesos - JUEVES, 4 DE DICIEMBRE DE 2008


El buque Pizarro.. archivo.

tribunales
 

Imputados dos legionarios
por una supuesta agresión
sexual en un buque

La acusación particular y el fiscal solicitan penas de ocho y seis años de prisión, respectivamente, mientras que los letrados de la defensa piden la libre absolución
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Los hechos denunciados supuestamente ocurrieron la madrugada del 27 al 28 de octubre de 2004 en el regreso, desde Tarragona, del buque ‘Pizarro’, en el que viajaban los legionarios de la Armada Española; dos de ellos, acusados de una presunta agresión sexual hacia una marine del barco, hecho que deberá esclarecer el magistrado de la Audiencia Provincial. El fiscal solicitó 6 años de prisión, la acusación ocho y los letrados de la defensa, la libre absolución.

Diez testigos, cuatro abogados, tres magistrados, dos acusados, una denunciante y el fiscal. Así se dibujaba el panorama judicial de la Audiencia Provincial en la mañana de ayer, en una vista que se prolongó hasta pasadas las cuatro de la tarde y en la que se indagó si se cometió o no, un presunto delito de agresión sexual de dos legionarios a una marine.

Al parecer, los hechos transcurrieron en la madrugada del 27 al 28 de octubre de 2004 en el buque ‘Pizarro’, cuando regresaba a la ciudad autónoma desde Tarragona y transportaba al cuerpo de legionarios, que había estado de maniobras durante 12 días en Zaragoza. Según declaró la supuesta víctima, “sobre las dos menos diez de la mañana, me dirigía a la sala de máquinas ya que tenía que tomar el relevo de mi compañero en la guardia. Al atravesar el pasillo que te lleva a la zona, encontré a cuatro legionarios que estaban tomando cervezas y les dije buenas noches. Entonces uno de ellos me dobló el brazo, mientras otro me tocaba mis partes íntimas. Luego me tiraron al suelo e intentaron meterme un tranquimacín en la boca y escuché que así me podrían llevar al sollao. Cerré los dientes para impedirlo y en una de estas, que uno de ellos se descuidó para coger la caja de cervezas, salí corriendo y escapé. Intentaron seguirme pero los podían ver así que no continuaron”.

Sin embargo, ambos imputados coincidieron en sus argumentos alegando que “ese mismo día, después de embarcar, me duché, cené algo y me fui a dormir sobre las diez o diez y media de la noche porque estaba muy cansado de los doce días conduciendo el BMR. No bebo, no fumo, no tomo pastillas e incluso estaba en el mes del Ramadán y se nos tiene prohibido cualquier contacto físico con una mujer”, acreditó uno de los imputados.

Mientras, el otro reafirmó que “al rato de haberme acostado, porque estaba destrozado, tuve que mandar callar a mis compañeros del sollao. Hasta ahora, nunca había conocido a esta marine, ni la había visto nunca, ni tuve ningún problema ni con ella ni con nadie”.

Según explicaron los imputados así como diferentes testigos, “nos enteramos de lo ocurrido a la mañana siguiente pero nadie vino a hacernos preguntas ni tomarnos declaraciones ni mucho menos. Fue ya por la noche cuando estábamos en la cena, en una mesa con el resto de compañeros hablando árabe, cuando nos llamaron la atención. En un principio, creímos que era por hablar nuestra lengua, que está prohibido; pero luego el sargento fue despidiendo a varios compañeros hasta que nos quedamos nosotros dos y nos empezaron a cuestionar con todo tipo de preguntas trasladándonos a una sala”, declaró el imputado.

Efectivamente, según aclaró la supuesta víctima, “yo estaba en la cena cuando los vi aparecer y se sentaron en la mesa de delante. Comenzaron a reír y hacer burlas y entonces le dije a mi compañero que habían sido ellos dos y él se lo comunicó al sargento. Ellos intentaron marcharse pero el sargento los detuvo en la mesa para que no se fuesen”.
 


Alcohol, un marine por la borda y un presunto delito

Tal y como acreditaron siete de los diez testigos llamados a declarar, aquella noche en el buque Pizarro ocurrió de todo. Un marine se tiró por la borda, varios grupos consumieron alcohol en diferentes zonas no autorizadas y supuestamente, se produjo una agresión sexual. La acusación particular esgrimió que ninguno de los testigos “acredita que entre la una y las dos de la madrugada los imputados estuviesen durmiendo aunque horas antes y después si los hubieran visto en el sollao. Y que los informes de los forenses acreditaron magulladuras en el brazo y el cuello y un cuadro traumático que provocó la baja de la marine por el trágico suceso. Además, que la marine cuando confesó lo sucedido a uno de los compañeros se encontraba en estado muy nervioso, que ha asegurado que le quitaron el teléfono móvil para que no se comunicase con el exterior y que no encontró respaldo de los altos mandos ante sus acusaciones”. Por su parte, la defensa alegó que “las versiones de la víctima resultan contradictorias porque al preguntarle si distingue la insignias de los diferentes cuerpos militares, no los reconoce. Sin embargo asegura que eran legionarios. También asegura que tenían perilla cuando todos los compañeros llamados a testificar han declarado que nunca han visto a los imputados con barba. Y la rueda de reconocimiento realizada en el buque, y en la que supuestamente la marine identificó nuevamente a los imputados, se realizó sin defensa. Ningún oficial asumió la representación de los legionarios. Y, para concluir, en las primeras declaraciones tomadas a la denunciante, dice que sólo pudo reconocer a dos cuando había cuatro personas presentes en aquel pasillo”. Los letrados de la defensa insistieron en que “no ponemos en duda que existiera una agresión sexual pero no está acreditada que fuera por nuestros patrocinados”.
 

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