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OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Bombay: atentado-trampa en clave afgana
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Una didáctica aproximación al complejo análisis de los atentados terroristas es buscando su “causalidad”, indagando en las reales motivaciones geopolíticas. Los últimos atentados terroristas en Bombay ejemplifican (al igual que el 11-M en España) la dinámica del atentado-trampa, intentando enzarzar a dos países vecinos poseedores de armamento atómico enfrentados en los últimos años en tres cruentas guerras. El asalto al Parlamento indio en 2001 también estuvo a punto de provocar otra guerra abierta entre los dos países, llevando a Pakistán a concentrar durante cuatro años importantes efectivos en la frontera con India, retirándolos de zonas tribales ¡precisamente cuando la ofensiva norteamericana en la batalla de Tora Bora!. ¿El objetivo del terrorismo islamista?: ahora como en 2001 aliviar la presión militar en Afganistán; ¿el momento elegido?: el proceso de transición política Bush-Obama, que merma la capacidad mediadora de los Estados Unidos. La táctica de “comandos” tampoco es nueva: relativamente habitual en Cachemira, ha sido también empleada (incluyendo la toma de rehenes) por los chechenos en su guerra contra Rusia (2002: teatro Druvodka en Moscú; 2004: escuela de Beslán), así como por el terrorismo palestino contra Israel en el aeropuerto de Lod (1972) y en Maalot (1974). ¿La conexión de Paquistán?: entendiendo en este caso la utilización del territorio como base y el más que probable apoyo logístico de ciertos oficiales del ISI y el ejército paquistaní, pero no del Estado. Hay un razonamiento añadido, pues ninguno de los dos países ha salido beneficiado: la imagen de la India (¡la CIA había advertido del ataque!) ha salido dañada, pero Pakistán tampoco ha salido ganando para nada con el atentado, más bien todo lo contrario. Esta vez el Estado paquistaní no está detrás, aunque el interrogante es obvio: ¿controla Islamabad sus servicios de inteligencia?; ¿o están infectados por infiltraciones terroristas…?. Pregunta ésta extensiva a sus homólogos indios cara al extremismo nacionalista hindú, agrupado en el Sangh Pariwar.

Es decir, la acción, los lugares y el momento elegido responden a una calculada estrategia de la tensión (“false flag”), buscando en primer lugar distraer la atención y los esfuerzos en el frente afgano y, de paso, intentar desestabilizar todo el área llevándola hasta el precipicio. Ello, sumada a la insurgencia en otros territorios intentado su “liberación” (Somalia, el Sahel mismo…), revelarían una inédita (y peligrosísima) estrategia global coordinada por parte del terrorismo yihadista, además de un salto cualitativo.

Todos los caminos nos llevan a la estrategia terrorista: la India movilizaría a su potente ejército o, cuando menos, amagaría con ello obligando a Pakistán con replegar a sus efectivos militares empleados ahora contra las bandas tribales aliadas de los talibán, con lo que el terrorismo aliviaría la presión ejercida por Occidente (con Pakistán en uno de los flancos) en Afganistán. Además y si por medio del atentado se logra reactivar el conflicto en Cachemira (hay una Cachemira paquistaní, fronteriza con Afganistán y China, reivindicada por la India y, al revés, una Cachemira india, fronteriza con China, reivindicada por Pakistán) el salafismo yihadista podría relacionar ambos conflictos, buscando globalizarlos hasta conseguir su “internacionalización” llamando entonces a una “yihad” total.
 

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