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ACTUALIDAD - MARTES, 16 DE DICIEMBRE DE 2008


zapatero (i) y su homólogo marroquí. e.p.

asuntos exteriores
 

España y Marruecos vuelven a verse las caras al más alto nivel

Madrid y Rabat retoman, al menos en
apariencia, la senda de la normalidad con la celebración de esta nueva cumbre bilateral con Ceuta y Melilla de fondo
 

CEUTA
David Alvarado

ceuta
@elpueblodeceuta.com

 Madrid y Rabat retoman, al menos en apariencia, la senda de la normalidad con la celebración de la cumbre bilateral que se inicia hoy en la capital de España. Junto con elementos de “conflictualidad episódica” como Ceuta y Melilla, el Sáhara o la emigración, los retos conjuntos y la economía aportan estabilidad en estas especiales relaciones de vecindad. Un encuentro al que acudirán, además de los representantes ministeriales de ambos Gobiernoas, los representantes autonómicos de las comunidades españolas limítrofes como Andalucía y Canarias, en tanto que el Estado asuma la representación de Ceuta y Melilla.

Madrid acoge desde hoy la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre Marruecos y España anunciada el 9 pasado de octubre en Rabat por María Teresa Fernández de la Vega y Miguel Ángel Moratinos. Se buscaba poner de relieve la “buena sintonía” existente, presentándose esta RAN como la consagración de la “vuelta a la normalidad” en las relaciones bilaterales. Al menos en apariencia, se ponía fin a los desencuentros tras la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla en noviembre de 2007 y que, a modo de represalia, derivó en la retirada del embajador del Reino Alauí en España y en el anuncio unilateral del país magrebí de suspender “indefinidamente” este tipo de cumbres.

“Hay margen de mejora pero nuestras relaciones son globalmente positivas, basadas en una fuerte amistad, confianza y estrecha colaboración y cooperación”, destacó la vicepresidenta primera. La visita de los dos ministros era la continuación del encuentro entre José Luís Rodríguez Zapatero y su homólogo marroquí, Abbas El Fassi, en Oujda, a finales de julio, y la antesala de una serie de visitas cruzadas entre responsables de uno y otro país. En la agenda bilateral temas ineludibles como terrorismo, emigración, tráficos ilícitos, trabajo, justicia o transporte, ámbitos este en el que tomar forma el enlace fijo, el túnel subterráneo del estrecho de Gibraltar.

Desde el 13 de octubre, Marruecos cuenta con un estatuto avanzado en el seno de la UE, para cuya obtención el rol de España ha sido clave. “Somos el principal valedor de Rabat ante Bruselas, su nexo de unión ante las instituciones comunitarias”, señalaba Moratinos horas de la adopción de un estatuto que acrecienta la presencia y participación marroquí en la Unión. Diálogo político y estratégico, cooperación parlamentaria, seguridad y justicia, economía y finanzas, energía, agricultura y energía, son algunas de las dimensiones del acuerdo. “Más que un socio y menos que un miembro pleno de la Unión”, en palabras de Khalid Naciri, portavoz gubernamental.

Junto con los retos bilaterales de calado, siendo Marruecos un aliado de excepción a nivel regional y en proyectos como la Alianza de Civilizaciones, perviven temas como Ceuta y Melilla, el diferendo del Sahara Occidental o la gestión migratoria, en la base de la “episódica conflictividad” entre ambos países. A pesar de la mejora en las relaciones con Zapatero, que alcanzaron su punto más bajo en julio de 2003 durante la “crisis de Perejil”, la visita de los Reyes de España, considerada como una “grave afrenta”, avivó las reivindicaciones soberanas marroquíes sobre las ciudades autónomas. Si bien la posición oficial de Madrid en el dossier saharaui (“posición proactiva” a favor de una resolución bajo la égida de Naciones Unidas) no contraría a Rabat, molesta el apoyo de la sociedad civil española a las tesis del Polisario cuando Marruecos plantea la opción autonomista como salida última al conflicto.

El plan para incentivar el retorno voluntario de inmigrantes, mal acogido por la opinión pública, ha generado controversia. De los 700.000 marroquíes en situación regular en España, contingente al que ha afectado sobremanera el aumento del paro, apenas 300 han abrazado el retorno voluntario. “Exigimos una gestión más eficaz, digna y respetuosa de los derechos de nuestra comunidad instalada en España”, lanzaba recientemente el titular de Exteriores, Taieb Fassi-Fihri. En contrapartida, los buenos frutos cosechados de la colaboración han significado en 2008 un descenso del 20% en los flujos irregulares y la ampliación de los canales de emigración regular en 16.000 contrataciones temporales y 2.000 indefinidas.

La economía es, quizás, el eje central en la estabilidad de las relaciones hispano-marroquíes. Marruecos es el segundo socio comercial de España fuera de la UE, aumentando un 18% las importaciones procedentes de este país el pasado año. Más de 1.000 empresarios españoles operan ya en territorio marroquí y Madrid considera que todavía hay potencial por explotar, estimándose que esta presencia se triplicará a medio plazo con la introducción en sectores incipientes como infraestructuras, energías renovables, telecomunicaciones, nuevas tecnologías y sanidad.

Lo humano y cultural se antojan otros factores de entente. En Marruecos residen oficialmente 6.403 españoles, la segunda comunidad extranjera tras los franceses. La red de colegios dependientes del ministerio de Educación continúa expandiéndose, con una cada vez mayor demanda de plazas. El español está de moda, lo que se refleja en los 15.000 estudiantes matriculados en seis institutos Cervantes que hacen de Marruecos el país donde más centros de este tipo existen. “Proximidad e historia aparte, lo que más nos une a España es nuestra lealtad al Real Madrid o al F.C. Barcelona”, sentencia Abdelhak, un oriundo de Alhucemas, en perfecto castellano.
 

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