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OPINIÓN - miércoles, 17 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los gerentes del ICD
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Tenía por delante un Ribera del Duero que me avivaba la imaginación y me subía en parte una tensión que pecaba de baja. Y no sé por qué, al sentirme estimulado, se me vinieron a la memoria los problemas del Instituto Ceutí de Deportes, antes llamado IMD. En esas andaba yo, dándole vueltas al asunto, pasado ya el mediodía de un lunes muy frío, cuando caí en la cuenta de que un gerente en el ICD dura nada y menos en su puesto.

Eché las cuentas y me fue posible comprobar que en los últimos años han pasado por el organismo autónomo, tres o cuatro personas que no han sido capaces de aguantar el tirón como administradoras y gestoras de los recursos de esa sociedad municipal.

Veamos, me dije: por la gerencia del ICD ha pasado Susana Román; deportista afamada y mujer muy considerada en la ciudad donde fue nacida. Cuyos éxitos fueron premiados merecidamente, en repetidas ocasiones. Y recordé, incluso, que hubo un tiempo en el cual solía charlar con ella y hasta creo que la elogié en los papeles a fin de ayudarla, en la medida de mis posibilidades, a que le dieran la gerencia del ICD. Pero, una vez obtenido el empleo, Susana demostró no conocerme de nada. Y a mí, cuando me enteré de que le estaban haciendo la vida imposible en su destino, me resultó imposible acceder a ella para preguntarle al respecto y ver, de paso, si convenía echarle un capote.

El siguiente gerente fue Ricardo Barranco (cito de memoria y, por lo tanto, me expongo a errar, temeroso de que llegue mi compañero Reduan, artista gráfico de mucho peso en este periódico, y me saque los colores). A Barranco no tengo el gusto de conocerle. Aunque dicen que fue Juan Vivas el que un buen día le dijo que Puerta, Camino y El Viti. O sea, que se fuera del ICD deprisa y corriendo.

El sustituto de Barranco fue Eva Morales. A la cual conocí, por pura casualidad, durante una de mis visitas al despacho que compartían Javier Martí y Sebastián Fernández. Me la presentaron y quedé entusiasmado por la alegría que rezumaba aquella mujer. Alegría que, seguramente, se iría diluyendo a medida que pasaba los días metida en ese cuchitril del ICD, sito en la plaza Rafael Gibert. Así que no me sorprendió cuando bien pronto me dijeron que Eva se había dado el piro y si te vi no me acuerdo.

Y, como si fuera una carrera de relevo, allá que comenzó Cristina Bernal su ejercicio. Y creo que la pobre está ya hasta el... moño de tener que aguantar lo que hay que aguantar en el ICD. Y no hay día que la criatura no se ponga a invocar a todos los santos posibles para que cuanto antes la libren de estar sometida al tormento de quienes no quieren que ningún gerente, si no es colega de ellos, dure allí ni siquiera un amén.

Algo que a mí no me sorprende. Ni mucho menos. Porque conozco, sobradamente, que los cimientos de ese organismo están hechos con arenas movedizas. Y así, créanme, no creo que haya gerente capaz de poner firme a Julio Ortega y sus adláteres. Quienes suelen darse pote contando cosas en foros digitales, donde firman de esta manera: “No somos Pete Sampras”.

Entretanto, el viceconsejero, Víctor Iñiguez, del que dicen que es tan buena persona como celosa de los gerentes, está en las Batuecas.
 

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