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sociedad - SÁBADO, 27 DE DICIEMBRE DE 2008


Diferentes piezas de bisutería. a. s.

NAVIDAD / VENTA AMBULANTE
 

Su tierra prometida

Los vendedores ambulantes,
conocidos como ‘puestos hippies’,
confiesan tener en Ceuta un margen de ganancia superior que en la península
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Bolsos originales realizados en diversos materiales, piedras preciosas o plata de ley a diferentes precios, faldas y jerseys en variados colores y estampados y auténticas manualidades que garantizan la sonrisa después de abrir un papel navideño.

Estos son, entre otros, los regalos que ofertan los vendedores ambulantes que se han instalado en el Paseo de la Marina en estas fiestas y que visitan la ciudad autónoma en los cambios de estación. Todos ellos reciben a los ceutíes con gesto amable y mirada intensa ya que para muchos, Ceuta se ha convertido en una especie de tierra prometida, con clientes fieles, mayor comercio y siempre gratitud hacia una región ubicada entre dos continentes que siempre les abre los brazos, procedan de donde procedan. Argentina, Bolivia, Marruecos, Toledo, Madrid o Latinoamérica son los lugares de origen, en muchos casos abandonados en busca de un futuro quizás mejor, o en otros, por siempre descubrimiento de diferentes fronteras mundiales.

“Como todos los años, hemos tenido muy buena acogida; la gente muy amable y contenta sin olvidar la maliciosa, claro. De los 10 años que llevo en España, siempre me he dedicado al comercio; soy de Bolivia y por un lado, quería descubrir más mundo y por otro, las simples necesidades. Primero me vine yo solo y cuando estuve establecido, me traje a la familia a Toledo y lo cierto es que estoy muy contento”, confesaba el comerciante Javier Dorado.

Estos vendedores ambulantes argumentan que su paso por la ciudad no es desapercibida; cuentan con clientela fija, regresan año tras año, incluso muchos, su vida entera, y confiesan que en Ceuta el porcentaje de ganancia es mayor que en el resto de la península. Sin embargo, la crisis económica hace sombra al mínimo rayo de luz. “Traigo plata y bisutería de Asia porque tengo una clientela más o menos fija aunque está la cosa un poco floja. Pero siempre se va uno contento de aquí ya que los últimos días es cuando se levanta esto y como los permisos son más baratos, compensa. Con ganar lo mismo que el año pasado, ya estoy orgulloso”, explicaba el vendedor Fernando Larriera.

Y como no todo es ganancia, muchos argumentaban sentirse muy orgullosos de sus productos, labrados a mano, y requeridos por los ceutíes. “No llevamos ni dos semanas y ya se nos ha acabado la artesanía, nuestra fábrica propia”, declaraba el mercader argentino, Yanka Shenkel.
 

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