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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

El sindrome Tdah
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Llegan a pensar que son tontos. Y lo peor: van de médico en médico y nadie es capaz de diagnosticar lo que les pasan. Son los afectados por el síndrome TDAH (Transtorno de Déficit de Atención e Hiperactividad), es decir, son hiperactivos. Sin tratamientos estaban condenados al fracaso y, quizás, a la marginalidad social. Hoy, bien, diagnosticados pueden llevar una vida normal, estudiar sin problemas, cualquier tipo de carrera, aunque ayudados por la eterna pastilla.

Según los expertos, en torno al 5% de la población infantil española padece el TDAH, dato recogido en el libro “Hiperactivos. Estrategias y Técnicas para ayudarlos en casa y en la escuela”, libro que se espera que llegue a todos los colegios y usen los profesores como un manual de comportamiento ante el problema. Lo más importante de ese libro es que aporta al profesor una serie de pautas didácticas y pedagógicas para guiar su práctica docente.

Los países más desarrollados, con EE.UU a la cabeza, tienen protocolos de actuación muy estrictos, de los que carece España, y teniendo en cuenta los altos porcentajes que se dan en nuestras autonomías, se exigen respuestas urgentes y concretas, porque la superación del TDAH, es labor de todos, según el Doctor Luis Rojas Marcos, desde su experiencia como Director de los servicios psiquiátricos de la red de hospitales públicos de Nueva York, y su gran ejemplo de hiperactividad y déficit de atención, demostrando que ambos problemas no son sinónimos de fracaso. Creció el Doctor en el caos, sin que nadie a su alrededor entendiera qué le impedía comportarse como los demás niños. Dice el Doctor: “Aún me distraigo: empiezas a pensar en una cosa y pasas a otra. Pero ya no tomo medicación. Bueno, a veces le quito alguna pastilla a mi hijo –también con TDAH-. Me viene estupendamente. Sí tengo que leer mucho en soledad, me ayuda a concentrarme. No tanto si debo relacionarme con gente, pues me pone algo tenso”.

En nuestro país funciona ya la Asociación de niños con TDAH (ANSHDA). El proyecto HIPERACTIVOS pretende, sobre todo, provocar la reacción de las autoridades académicas. “Debe asegurarse la igualdad de oportunidades en las escuelas, es decir, allanar el terreno para que estos niños tengan las mismas posibilidades que el resto. Que el éxito o fracaso dependa de otros factores, no de su TDAH”.

Los colegios públicos de EE.UU exigen, desde 1991, identificar a los niños con TDAH y comprobar si el trastorno interfiere en su desarrollo. “Una familia puede emprender acciones judiciales si un colegio les atiende mal”, dice el doctor e investigador Russell A. Barkley, Profesor de la Universidad de Siracusa (Nueva York).

Para el citado profesor, éstas son algunas de sus recomendaciones-Protocolo de los Colegios en EE.UU-:

a) “Cada colegio debe tener a un profesor experto, que es el responsable de los niños con TDAH en el centro. Recopila información, está en contacto con los padres y da pauta al resto de profesores, por lo tanto, un especialista”.

b) “La gente cree que si un niño con TDAH no presta atención, lo mejor es que repita curso. Es una idea muy incorrecta. Los chicos se vuelven más agresivos y las chicas, más depresivas y retraídas. Rompen las pocas relaciones que tienen y pierden motivación. Cuanto más pequeños, más daños se les hace. ¡No a la repetición de curso!”.

c) “Es importante que los profesores enfoquen las dos primeras semanas escolares a dirigir el comportamiento en clase. Él lleva el mando, sólo después, empezar a enseñar. ¡Quien manda es el profesor!”.

d) “El niño con TDAH está incapacitado y no debe tener tanto trabajo como el normal. Dos maneras de hacer esto: rebajando el número de actividades que tiene que realizar, o fraccionando el trabajo. Por ejemplo, si hay que realizar 30 problemas de Matemáticas, no debe dárselos todo de golpe. Dile: “Te doy estos cinco. No puedes levantarte hasta que no los termines, me los traes y te daré otros cinco. ¡Dosificar, pues, el trabajo”.

e) “Estos niños deben estar enfrente y cerca del profesor, en la primera fila si se puede. Colocarlos en la parte trasera de la clase para que no distraigan al resto de los alumnos es desastroso. Cuanto más aburrido sea el entorno, más hiperactivos se vuelven. ¡Siempre en primera fila!”.

f) “Los niños aprenden, no necesitan hacer mucho trabajo fuera del colegio. Además, los padres no son los responsables de realizar el trabajo de los profesores. Veo a niños de primaria que necesitan mochila, incluso con ruedas. Los colegios que mandan deberes no alcanzan mejores resultados que los que no los mandan. Por consiguiente, ¡No a los deberes!”.

g) “Funcionan los premios, no los castigos. Además, la respuesta a un mal comportamiento debe ser rápida, no brutal”. ¡No a los castigos!”

El Doctor Rojas Marcos, de niño, además de nervioso y distraído, fue muy travieso. Cuenta en “Hiperactivos”: “A los seis o siete años me encantaba andar por los tejados o correr en bicicleta sin frenos. Mi madre nació en un pueblo de Cantabria que se llama Liendo, y en verano íbamos de vacaciones. Un día volvía de la playa y mi buen amigo Miguel me desafió: “Luis, ¿a que no te atreves a meterle fuego a esos matorrales? Me dio la cerilla. A los pocos minutos ardía toda una ladera del monte que da a la playa. Me detuvieron dos guardias civiles… Gracias a Dios que la lluvia caída esa tarde apagó el fuego… En los momentos más difíciles aparecía mi ángel de la guarda. Siempre era un amigo, mi hermana y mi madre. En esta ocasión la lluvia…
 

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