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cultura - MARTES, 6 DE ENERO DE 2009


Una de las obras de Ginés Serrán. hm.

Exposición Galería Gines Serrán Pagán
 

La vanguardia del arte en Ceuta

La galería de la Fundación de Ginés Serrán Pagán recoge una exposición permanente con un compendio de obras de los principales artistas ceutíes al que se ha sumado ahora el caricaturista Vicente Alvárez
 

CEUTA
Fernando M. Caracena

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Aquí exponen lo que son”, dice la encargada de la Galería de Ginés Serrán Pagán, Ana Carpena. Y la verdad es que la selección de obras que recoge la exposición de varios artistas locales es una buena forma de tomar el pulso a la vanguardia del arte ceutí. En la galería de la zona comercial del Hotel-Parador La Muralla no hay estatuas de guardia civiles ni de jarras de cerveza. No hay encargos: “Son ellos mismos. No hacen lo que les encarga un tercero. Es muy diferente lo que se hace por encargo y lo que se hace por una necesidad de creación”, explicó Carpena.

Sólo hay que mirar un cuadro de Miguel Illescas. Sorprendentemente difierente. No utiliza lienzo, sobre una superficie de tela de saco manchada por un blanco encalado realiza un dibujo minimalista a lápiz, casi el garabato distraido de un estudiante sobre la esquina de un libro. Y dentro de la composición descuidada, un mensaje escrito que da una pista del significado, o no, porque Illescas no parece un artistas de significados inmediatos. En una de las dos composiciones colgadas en la galería se repite, en las columnas de lo que parece un esquemático y desvencijado templo griego, la palabra refugio una y otra vez. Casi con desesperación.

El propio Gines Serrán Pagán también expone en la muestra organizada por su Fundación. Si se analizase la obra de Serrán Pagán exclusivamente a través de sus estatuas desperdigadas por las calles de la ciudad, se obtendría una visión abolutamente sesgada de su obra, casi equívoca. El autor de los Hércules que reciben a los navegantes en el puerto o la estatua de Gandhi del paseo de la Marina o del Al-Idrissi del abandonado parquecito situado en el desdoblamiento de las Palmeras tiene a sus espaldas un amplio recorrido desde la figuración a la abstracción y, desde ahí, recuperó las formas figurativas. La ida comenzó con la influencia de los pueblos indígenas americanos y la participación junto a autores como Chillida en una exposición del Museo Guggenheim de Nueva York en los años 80. La vuelta fue catalizada por el expresionismo y poetas chinos como Hang o Tang. En la muestra, junto a pequeñas estatuillas que replican su obra en Ceuta, hay cuadros que evidencian este trayecto. Ginés, como buen escultor, “es textura”, definió Carpena. También color. En muchos cuadros domina una tonalidad, recurrentemente el azul de Chaouen, que en ocasiones es manchada con tonalidades relacionadas.

La galería permite también redescubrir a los hermanos Pedraja. “Es una obra más personal. Cuando nos realizan un encargo normalmente estamos muy atados. Por ejemplo en la estatua sobre la Semana Santa existía la obligación de que estuviese la figura del niño agarrado de la mano al penitente. Eso no te permite partir la figura con huecos o hacer algo como en lo que habitualmente trabajamos en el estudio”, indicó Alejandro Pedrajas. La sensualidad y la anatomía, influenciadas por el organicismo de Henry Moore, son las notas predominantes de la otra obra de Alejandro. La figura curvosa en cedro de lo que vagamente recuerda a una mujer tendida, hinchada por multitud de huecos horadados en la madera, es una de las obras más visibles de la exposición. “A esta figura le tengo un especial cariño. He recibido muchas ofertas por ella pero no la quiero vender. De ahí parte todo, cada vez que quiero hacer una escultura con este tipo de sensualidad pienso en ella”. También hay muestras de lo que hace su hermano Javier en las oscuridades de su estudio del centro. Más influenciado por Rodin, la galería recoge una suerte de deconstrucción de un caballo (por utilizar un término en boga gastronómico y pedante). “Otra veces sí que puedes trabajar con algo más de libertad. En el edificio Coral nos dijeron que hiciésemos lo que quisieramos y allí hay un cuerpo femenino entre corales, que es algo más personal”.

Otro de los autores ceutíes recogidos es Diego Canca. Practica un hiperrealismo que puede verse en alguno de los bodegones presentes en la galería. Pero también existe otra parte de su obra más conceptualmente ligada a Dalí, “aunque con estructuras diferentes”, puntualizó el propio Canca; en el que se tiende hacia el surrealismo. Una especie de crucifixión de una cuerda triste y la figura de un enorme leño en forma de lápiz también pueden contemplarse en la galería. “Yo hacía muchos retratos por encargo y prácticamente lo he abandonado. Ahora solo acepto encargos muy particulares- dijo Canca- y siempre intento integrar el retrato dentro de una escena”. El autor no tiene muchos problemas para mostrar su obra más vanguardista: “Cuando hago una exposición, los coleccionistas ya saben a lo que vienen”.

La exposición permanente también recoge verticales obras abstractas de Antonio San Martín o las cromáticas acuarelas impresionistas de Antonio Orozco. Ahora se ha añadido la figura del caricaturista Vicente Alvárez con varias de las mordaces tiras cómicas de Pepe Caballa y la pavana, una de las figuras más reconocibles del micromundo ceutí.

Esta selección de artistas y obras, que puede continuar ampliándose, pone en evidencia la altura, muchas veces desconocida, de los artistas locales: “En Ceuta hay un nivel que es sorprendente. Los autores que hay aquí podrían exponer en cualquier ciudad de la Península lo que pasa que muchas veces tendemos a despreciar lo que es nuestro”, evaluó Ana Carpena. “Por eso esperamos que la gente se anime y pueda ver con total tranquilidad lo que aquí tenemos expuesto. Tienen la posibilidad de acercarse al arte que se hace en su ciudad y ver la calidad de sus artistas”.
 


`La cruz nueva´, la visión particular de la crucifixión de Diego Canca

Uno de los cuadros más llamativos de la Galería de la Fundación de Ginés Serrán Pagán es La cruz nueva, una visión absolutamente personal del casi género pictórico de la crucifixión de Diego Canca. Sobre unos tableros de madera, el autor pinta una serie de adoquines, una cuerda enganchada a los tableros recuerda a la figura de un Cristo patético. “Yo tenía muchos deseos de hacer una crucifixión. Pero quería que fuese algo distinto y alejado a las figuras tradicionales”, indicó el propio autor. La obra no tiene un significado religioso: “El personaje puede ser cualquiera, no sólo Jesucristo. Quería plasmar la tristeza y sobre todo el sufrimiento que supone tener una carga. Todos cargamos con una cruz en la vida y es muy difícil llevarla”.
 

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