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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

La semilla del odio
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Todas las guerras son santas. Os desafío a que encontréis a un beligerante que no crea tener el cielo de su parte. No recuerdo el nombre del autor de esta cita. Pero seguro que palestinos e israelíes la seguirán haciendo suya.

Y por ser santas, de las guerras se discute apasionadamente y se van formando bandos que toman partido por uno u otro contendiente. De modo que ello propicia debates encarnizados y, muchas veces, causantes de disturbios a mucha distancia de donde la gente se está matando.

Es lo que viene sucediendo, como en tantas otras ocasiones, en los suburbios de Londres y París, por poner un ejemplo de dos capitales europeas de tanto peso específico en Europa. Y donde el mestizaje ha conseguido tantos logros en muchos aspectos.

Las guerras entre israelíes y palestinos, tan manidas ya, propicia que el mundo sea menos seguro y que, cada vez más, nos hagamos a la idea de que un buen día una de esas confrontaciones terminará siendo el detonante para que se genere una catástrofe de dimensiones incalculables.

Pero permítanme volver al quid del asunto que me mueve hoy a hablar de la guerra en el territorio de Gaza. Leído cuanto me ha sido posible al respecto, y sin necesidad de trasladarme a los orígenes del odio que ambas partes se profesan, parece ser que el motivo de esta guerra está en que Hamás no reconoce la legitimidad del Estado de Israel, boicotea el proceso de paz, rompe el alto fuego acordado y no cesa de lanzar cohetes de muy distintos tamaños sobre territorio israelí.

Si alguien osa decir lo reseñado en una conversación entre conocidos, seguro que, inmediatamente, recibirá la siguiente respuesta: “De acuerdo, Hamás es el problema en esta ocasión... Pero no me negarás que el gobierno de Jerusalén está respondiendo de forma desproporcionada a semejante comportamiento. Vamos, que trata de matar moscas a cañonazos”.

Lo cual hará posible que intervenga un tercero en discordia: “Hamás es el agresor. Y los hechos lo demuestran: ya que con la ayuda de Irán y de la milicia chiis de Hizbolah, lanzan cohetes que alcanzan un radio de acción de hasta 60 Km, y como comprenderás ello no lo van a consentir las autoridades de Israel.

Las opiniones ya no cesan. Y el quinto en hablar recuerda que el Holocausto hace posible todavía que los judíos actúen a veces de manera que sean capaces de saltarse a la torera ciertas normas que están prohibidas.

¡Ni hablar...! Parece mentira que opines así, dice la sexta persona. ¿Acaso esperas que Israel se deje avasallar por la amenaza de una milicia privada terrorista e islamista que se cierne sobre su población, infraestructuras, centros industriales y de negocios, acuartelamientos y polvorines? Pues no estamos ante un conflicto entre árabes y judíos, sino entre una democracia y un grupo de extremistas armado y preparado por Irán. Dejar inerme a Israel es debilitar a Europa.

Este debate, trasladado a los medios en esta ciudad, es tan peligroso como permitir que haya manifestaciones cada dos por tres, relacionadas con una guerra donde mueren más niños que adultos. Ceuta, donde hemos conseguido conllevarnos, menudo logro, no necesita que nadie alimente la semilla del odio porque sí.
 

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