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OPINIÓN - SÁBADO, 17 DE ENERO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El trabajo de Fomento en el Tarajal

No es la primera que en lo últimos tiempos las circunstancias por las que atraviesa el Polígono del Tarajal [por nombrar así a todos los que se ubican en la zona] son noticia a tratar por los medios de comunicación por una u otra razón. Sigue siendo el cuento de nunca acabar. Y todo ello, con la espada de Damocles a la vuelta de la esquina. Es decir cuando Marruecos libere sus aranceles y decida [ya lo tiene proyectado] crear una gran zona franca entre la frontera y la cercana población de Castillejos [F’nideq]. Aún así el erre que erre es casi devastador. El Polígono, convertido en un lugar sin ordenar desde sus principios, y sin licencias de apertura, se enfrenta ahora a la acción decidida de una administración que no va a dejar pasar por más tiempo ese desbarajuste al uso en la casa de ‘tócame Roque’ de la compraventa y alquileres de naves sin el control mínimo de las legales prescripciones que en materia de seguridad, sanidad y reglamentarias que son exigidas en este tipo de transacciones en cualquier otro lugar de la ciudad.

De tal modo que nada menos que 144 naves sin legalizar han venido ejerciendo distintas actividades a lo largo de los tiempos mientras no había problemas. Ahora todo son impedimentos, críticas, peticiones, exigencias... un caldo de cultivo que facilita la casi habitual presencia, en este tipo de acontecimientos, de esa ‘logia’ instigadora que adopta diferentes formas en la ciudad en función de por dónde se mueva. Y no iba a ser menos en esta ocasión.

Los Polígonos son espacios cerrados y privados. La persistencia, insistencia llevada a extremos en su momento logró la apertura de un nuevo acceso hacia Marruecos en su interior [el Biutz] pese a los negativos informes de seguridad. Un error que muestra ahora su peor cara a diario tal y como auguraban los informes. Y aun peor, porque los propietarios de negocios en las naves no venden lo que esperaban vender. Y los que se han visto obligados a cerrar por orden administrativa se convierten [de manera ilegal] en almacenes logísticos de los centenares de bultos retando la acción punitiva de la Ciudad. Así funciona también el Polígono y nadie se atreve a señalarlos... un caos.
 

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