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ACTUALIDAD - LUNES, 19 DE ENERO DE 2009


barriada el príncipe. archivo.

DELINCUENCIA JUVENIL EN CEUTA
 

La Policía se enfrenta al desafío de una hornada de menores que atemoriza al Príncipe

El último caso del atraco en la Almadraba sitúa al barrio en el punto de mira policial con un vecindario cansado y pasivo por la “flexibilidad judicial”

CEUTA
Antonio Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Complicación extraordinaria para solventar las actitudes de jóvenes díscolos de ciertos barrios donde la situación social no es la más favorable para alcanzar niveles de igualdad en relación a otros lugares de la misma ciudad. Y lo es aún más para la policía que se enfrenta a grupos de menores delincuentes que ‘juegan’ con su condición de menor de edad ante la Justicia como amparo para atenuar sus acciones delictivas, en este caso, infracciones en tanto en los barrios en los que habitan les sirven de refugio por la actitud temerosa de sus habitantes ante la revancha y la laxitud de la Justicia.

La Policía sigue topándose con la “actitud de desafío social” de algunos elementos residentes en los famosos barrios de Príncipe Felipe y Alfonso, cuando no de Los Rosales. Es la misma historia de siempre aunque ahora atenuada desde que en los primeros años de 2000 se diera un duro golpe policial a las organizaciones delincuenciales establecidas en la ciudad y que campaban a sus anchas en esas zonas.
Se trata más de un problema social, al que la Policía ha de responder en función de las acciones delictivas, que de otra cuestión. La Policía descarta el establecimiento de bandas actuantes en la zona o algún tipo de reorganización delictiva a la vista.

Eso sí, la Jefatura Superior de Policía sabe que se enfrenta a un grupo de supuestos menores, probablemente dirigidos por algún adulto [que los instruye] y los utiliza porque ante la Justicia los menores no delinquen, ‘cometen infracciones’ y difícilmente acaban en Punta Blanca [entre otras cuestiones porque tampoco hay tanto sitio].

Con el suceso del sábado a final de la tarde en la agencia de viajes de la Almadraba se ha dado un paso en la escalada de acciones que se llevan produciendo en Ceuta en los últimos dos meses [el tiempo del que se tiene constancia de la primera actuación delictiva de un grupito de entre cuatro y cinco supuestos menores]. Asaltos, robos y amenazas en actitud desafiante que acogotan a una población residente en el barrio que prefiere mirar a otro lado para evitar problemas. Máxime cuando esta población ha crecido en ese ambiente hostil regulada por la máxima de que ‘los chivatos antes o después lo pagan’. Sobre todo porque los vecinos no ven habitualmente presencia de policía uniformada por sus calles... no se ha vencido el miedo porque el que es detenido por una u otra causa, pasea al poco tiempo por las mismas calles donde antes actuaba... porque ¿para qué? dicen los residentes de bien de estos barrios de complicación social extrema.

Frustración que no sólo es de los vecinos, sino también de la policía. Este es el sistema y estas son las reglas del juego. Todo forma parte de una falta manifiesta de implicación familiar. “Estos jóvenes delincuentes no tienen una guía recta o una figura paterna o materna que les haga ir por el buen camino”, apuntan los propios vecinos conocedores de lo que hablan.

Se trata además de jóvenes fracasados escolarmente, con padres y familiares sin trabajo estable o sin trabajo alguno directamente. Algunos de ellos que han logrado acceder y residir ilegalmente en la ciudad y, por tanto, poco dispuestos a dejarse ver para evitar llamar la atención. Es un desbarajuste de tal calibre, que la situación acaba por desbordar a la sociedad.

Mientras que la administración se mueve lenta con una ‘maquinaria burocrática’ pesada para evitar fracasos escolares y situaciones de exclusión social, los inductores adultos [mucho más rápidos] actúan aprovechando la parsimonia de las autoridades ‘pescando’ adeptos para sus causas con el siempre fácil argumento de una sociedad que nos les quiere.
 


Los vecinos prefieren “no meterse” porque luego “nadie nos protege”

“Todos nos conocemos, bien de trato, bien de vista del barrio. Y conocemos quien es quien y a qué se dedica, pero es preferible no meterse porque luego ¿quién te protege?”. Quien así habla es un vecino de Príncipe Alfonso que por supuesto prefiere no decir su nombre, pero a mí me basta con saber quién es para asegurar la manifiesta credibilidad de la fuente. “Quién diga que no sabe lo que pasa, o lo que ha pasado, o lo que pueda pasar miente”, me explica con ese castellano de la Ceuta barriera mezclado con ese ritmo y soniquete arabizado propio de quienes, como él, nunca ni aprendió, ni quiso, ni le insistieron desde casa a expresarse en el idioma de su país. Este es “otro mundo. Aquí tenemos leyes propias, las del Príncipe”, dice nuestro interlocutor quien en otro tiempo ‘manejaba’. Apaciguado, tranquilo y sosegado ahora confirma que “los menores de hoy son un grave problema. Ven demasiadas películas y les calientan fácilmente la cabeza”. Pero pese a ello “nadie dirá nada. Aquí todo se sabe amigo”.
 


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