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OPINIÓN - VIERNES, 23 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Alma de cántaro
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mohamed Alí lleva más de cinco años como jefe de la oposición. Y parece ir muy a gusto en el machito de los despropósitos. Lo malo es que no se le ve preocupado por cómo está administrando el caudal de votos obtenido en dos elecciones. No se percata de que está despilfarrando con generosidad unas enormes posibilidades de hacer más por quienes decidieron votarle. Y ha recorrido ya la mitad del camino que conduce al fracaso. Lo cual no deja de ser una verdadera pena.

Una pena, así como suena. Porque Alí entró en la vida pública por la puerta grande. Superando en votos al Partido Socialista y causando él una magnífica impresión. Llegó con sus 31 años, su vigorosa presencia y su carrera de abogado. Y se ganó la atención de quienes lo vieron como un político preparado para hacerse notar en todos los aspectos. Pero, contra pronóstico, no consiguió despegar los pies del suelo de la mediocridad, durante los primeros cuatro años cual diputado.

Todo ese tiempo, ¡cuatro años!, estuvo mirándose en el espejo de la progresía. Y doliéndose de que su admirado Juan Luis Aróstegui, valedor más ilustre del progreso social y político de esta tierra, le hubiera dado calabazas cuando le propuso un pacto entre UCDE y PSPC. Verdad es que Dios le da pañuelo a quien no tiene nariz.

Por tal motivo, el hombre fuerte de UDCE no cayó en la cuenta de que en 2003, pese a que el PSPC era un partido perdedor, éste contaba con militantes de clase media que todavía escupían por un colmillo. Y que no veían con buenos ojos la coalición que les proponía Alí y que deseaba, en su fuero interno, Aróstegui. Dada su ambición desmedida por figurar y porque estaba -y está- convencido de ser más inteligente que Alí. Y podría manejarlo a su antojo.

En realidad, aquel desaire del PSPC dejó a MA tocado de un ala. Y ya no dio pie con bola en ningún momento. Que si ya trato de pactar con los populares; que si ya con los socialistas; que si ahora le tiro los tejos al PDSC; mañana al FC, y, al fin, se unió a IU. Que era la alternativa que menos le gustaba. De hecho, no ha cesado de hacerle desaires a Mohamed Haddu –Musa- coordinador general de IU-en Ceuta. Y lo que te rondaré, morena.

Tantos desatinos, sin embargo, no le impidieron a Alí ser premiado en las urnas, nuevamente. Y, fortalecido, principió a dar bandazos. Ora lanzando a los cuatro vientos que sus conversaciones con Pedro Gordillo finalizarían con pactos muy rentables para su partido; ora presentándose ante los periodistas para decirles que de lo dicho nanay del Paraguay; mañana se acercará a dialogar con el delegado del Gobierno, Jenaro García –Arreciado y dejará caer que se entiende con él de maravilla y que ese entendimiento servirá para ayudar a los socialistas en las generales. Lo único que llegó a buen fin. Y de lo que se benefició José Antonio Carracao.

Alí ha anunciado su decisión de echarse en los brazos de su admirado Aróstegui. Por considerarlo el político más preparado para marcar las líneas maestras de una colaboración política en defensa del interés general. Alí, además de despilfarrador, es ingenuo. Así que le permitirá a su amigo meter las narices en los consejos de Administración de las sociedades municipales. Para que éste le nutra de chuletas contra Vivas. Alí es un alma de cántaro.
 

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