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					“La ciencia descubre las claves de la felicidad” así titula 
					la autora un artículo aparecido el domingo 28 de diciembre 
					del 2008 en uno de los periódicos nacionales. El artículo 
					analiza en profundidad el concepto de felicidad que tenemos 
					los occidentales y lo contrasta con numerosos estudios 
					realizados al respecto por sociólogos, psicólogos e incluso 
					economistas. Y las conclusiones son muy interesantes. 
					 
					Una de ellas es que el altruismo, es decir, la disposición a 
					actuar a favor del otro, del prójimo, sin esperar nada a 
					cambio, aporta mayor satisfacción y, por ello, mayor 
					felicidad que el hedonismo, el placer egoísta. Según el 
					artículo, un estudio aparecido en la revista Science puso al 
					descubierto que genera mayor felicidad gastar dinero en los 
					demás que en uno mismo. En un momento del reportaje la 
					autora se pregunta: “pero entonces, si el dinero no da la 
					felicidad y el placer personal tampoco, ¿por qué la sociedad 
					actual parece concentrarse en esos factores? ¿Hay un 
					desenfoque generalizado? La causa podría ser un fenómeno 
					ilusorio que Kahneman describió, en Science y otras 
					publicaciones, en 2006.” Este fenómeno ilusorio consiste en 
					otorgar demasiada importancia a un único factor, por ejemplo 
					los ingresos económicos, dejando de lado otros factores, lo 
					que nos lleva, según Kahneman, a tomar decisiones erróneas. 
					Esto quizás explique por qué, siendo la sociedad occidental 
					la más desarrollada, también es la más insatisfecha, con los 
					índices de depresión, stress o ansiedad más altos de todo el 
					Planeta. 
					 
					Comenzamos un año nuevo y, como es tradición, deseamos a 
					nuestros familiares y amigos, incluso a conocidos y 
					desconocidos, un feliz año 2009. ¿Pero que es lo que estamos 
					deseando en realidad? ¿No estaremos proyectando en ese deseo 
					nuestra idea personal y particular de felicidad, a menudo 
					equivocada? En general ésta va asociada al dinero, al placer 
					y al disfrute alegre y superficial de la vida: buenas 
					vacaciones, romances, una vida cómoda, si es posible sin 
					trabajar y sin hacer el más mínimo esfuerzo. Parece ser que 
					la ciencia pone al descubierto lo que los ciudadanos del 
					“mundo desarrollado” no hemos querido ver: una vida tal no 
					nos va a aportar mayor felicidad, sino más bien mayor 
					insatisfacción. 
					 
					Entonces ¿qué podemos hacer con nuestros deseos de felicidad 
					para el nuevo año? Quizás podríamos comenzar por revisar 
					nuestros propios deseos y ponerlos, siquiera, a la luz de lo 
					que la ciencia está descubriendo: que pensar en los demás da 
					mayor felicidad que pensar en uno mismo. Esto no es algo 
					nuevo, ya los más antiguos sabios nos dejaron este legado 
					cada uno a su manera. Por ejemplo, Jesús de Nazaret lo 
					expresó de una forma nueva y maravillosa, lo que se ha dado 
					en llamar la regla de oro: “No hagas a otro lo que no 
					quieras que te hagan a ti”. O expresado de otro modo: “Haz 
					tú primero aquello que deseas que otros te hagan a ti”. 
					 
					¿Cómo le iría a la humanidad si hubiéramos puesto en 
					práctica esta regla dorada? ¿Cómo nos puede ir a nosotros si 
					la aplicamos en nuestra vida diaria? Una cosa es clara, 
					nuestra felicidad es directamente proporcional a la 
					felicidad de los demás, cuanto mejor les vaya a aquellos que 
					nos rodean mayor será nuestra felicidad personal. Así que, 
					si queremos ser felices, hagámosles felices a los demás. 
					www.vida-universal.org 
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