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OPINIÓN - LUNES, 2 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

2009: Año para la reflexión;
propuesta de un don nadie

 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

2009: año para la reflexión; propuesta de un don nadie. Sólo queda pendiente del refrendo social. En cualquier caso, desde que la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 2009 como el Año de la Astronomía para conmemorar los cuatrocientos años de los primeros descubrimientos astronómicos de Galileo Galilei, bajo la luminosa señal de “el universo para que lo descubras”; y, a su vez, los obispos españoles han declarado el 2009 como año de oración por la vida, con el signo de “bendito sea el fruto de tu vientre”, bien pudiera servirnos, tanto para creyentes como para los que dicen no creer en nada, como deber meditativo.

La meditación, que dicen es el ojo del alma, puede ayudar a vernos en ese rincón del universo del que formamos parte, sin exclusiones, y que podemos mejorar cada uno, desde su cada cual. Siempre se ha dicho que un grano hace granero. Al fin y al cabo, toda la tierra está al alcance del ser humano. Lo malo es cuando sólo la alcanzan unos pocos para sí. Entramos en desigualdades como ahora. Porque no hay crisis económica, lo que si hay es una galopante crisis de solidaridad y de caraduras viviendo a cuerpo de rey, mientras otros se pudren en la miseria. Un seguro de amor a todo riesgo es lo único que puede salvarnos de la hipocresía convenida y convalidada por una sociedad leonífera, a más no poder, entre todos los poderes.

Es cierto que, en casi todas las culturas y civilizaciones, la metáfora del cielo está empapada de místicas. No pocos artistas, cuando sienten la necesidad de recogimiento e inspiración, bucean sus miradas por las entrañas del universo cuajado de vida. Sólo la rudeza, ciega noche sin luna ni estrellas, nos hace olvidarnos de vivir. Debieran, pues, emplearse a fondo el mundo de la ciencia y del arte, de la sabiduría en suma, para poner en valor y hacer valer que en los seres vivos y en las fuerzas de la naturaleza impere un poético orden, cuya pureza hay que salvarla de este caos inhumano que nos desgobierna la vida.

Lo suyo es descubrir el universo en el corazón de las gentes e imbuirse de su abecedario armónico. Que un mundo bien ordenado y fecundo requiere gobernantes investidos de legítima autoridad y pueblos libres. Si como dijo Galileo, las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el universo, bienaventurada sea la vida, que lo es para ser vivida. La apuesta de una cultura que nos describa el maravilloso universo de la poética del amor, lejos de la estupidez humana, es tan urgente como necesaria. Si supiéramos mirar realmente al cosmos, al visionar los golpes a traición incrustados en el mundo unos contra otros, se nos encendería la conciencia. Sería bueno para apagar el sinsentido consentido, la deshumanización tolerada. Desde luego, deberíamos tomar otros hábitos más humanos, más de vida, puesto que una sociedad que legitima guerras, aborto y eutanasia, acabará matando como divertimento y ahorcándose asimismo en su indigno hábitat, por muy bello que sea el universo y todo hable de Dios.
 

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