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OPINIÓN - MARTES, 3 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Haga usted el favor…
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Ahora que hemos tenido necesidad de llevar a cabo un viaje en avión desde Sevilla a Las Palmas de Gran Canarias, al repasar las instrucciones de vuelo que se facilita a los viajeros, nos hemos encontrado con que la compañía aérea nos trata con toda familiaridad. A así leemos: “por favor abróchate el cinturón mientras permaneces sentado”. “Chaleco salvavidas debajo de tu asiento”. O, también, en una revista que facilitan al viajero, un anuncio de equipos de sonidos que avisan de que “tus oídos están de suerte” por oír tal o cual música. Otro anuncio: “te ofrecemos en exclusiva la última entrega…” “Te ofrecemos una relación de lo mejor del disco”. “Tus oídos te lo agradecerán”…

Y nos vino a la memoria el pequeño episodio, que no incidente ni fruto de nuestra imaginación, vivido en Madrid estando en una taquilla de RENFE con ocasión de un esporádico viaje a la capital de España, donde acudimos a solicitar información respecto de los trenes que hacían el recorrido hacia Andalucía y allí nos topamos con una señorita que no aparentaba más de veinte años de edad, la que con cierto tono altivo nos informaba: “mira tienes un tren AVE hasta Málaga; tienes otro tren también de la línea AVE hasta Sevilla; puedes coger una línea TER hasta Cádiz o puedes tomar el Expreso Madrid-Algeciras”, con tal grado de familiaridad que, sin llegar a asombrarnos (ya en estos ciclos de la vida se está curado de espantos), nos aturdía.

Son cosas que, en la actualidad, como se suele decir, figuran dentro del orden del día pero a quienes, como nosotros, estamos “chapados” a la antigua, no nos sienta del todo bien. Y menos cuando hemos recibido una educación basada en el respeto, miramiento, consideración y deferencia, o sea, cualidades todas que se nos inculcaron en nuestra niñez y que, por suerte, la mayoría de los ciudadanos de cierta edad (pongamos los mayores de cincuenta años) conservamos.

No es de recibo, a nuestro parecer (habrá quien opine lo contrario y lo respetamos), que un joven emplee con suma facilidad y desembarazo el tuteo para dirigirse a una persona mayor (sin conocerla de antemano), principalmente a sus profesores como se aprecia comúnmente, pues nos suena a grotesco, ridículo o extravagante (según el diccionario de la lengua española fuera del orden o común modo de obrar). Si no, dígannos que les parece , por ejemplo, en clase de lo que siempre hemos llamado bachillerato o selectividad donde asisten alumnos que rozan o sobrepasan la mayoría de edad, se dirija uno de ellos a su profesor (no exijamos ya que se levanten del asiendo) tuteándolo, haciendo gala de una familiaridad y confianza en el trato rayana en lo esperpéntico que por su excesiva llaneza, sencillez y confianza nos haría exclamar un: “ haga usted el favor de utilizar el mismo trato que nosotros le dispensamos”, como así se lo expusimos a la empleada de RENFE que nos atendió en nuestra demanda de información a que antes nos hemos referido y que ella, todo hay que decirlo, accedió en aquel momento con diligencia y respeto a nuestra petición. La lección, a nuestro entender, estuvo bien explicada. Lo que desconocemos es si quedó asimilada por la eventual alumna e incluida en su catálogo de normas que deben regir su conducta humana.
 

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