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OPINIÓN - SÁBADO, 7 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Alaridos de terror
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El miércoles pasado, tras leer la programación de Canal +, decidí ver una película de terror, llamada “Habitación sin salida”. Una pareja en coche se adentra en una carretera secundaria para hospedarse en un motel. Y mientras es atendida por el jefe de recepción, y al parecer único empleado, las dos personas oyen alaridos que salen de la habitación contigua...

Los gritos agudos y penetrantes, con trazas de proceder de personas que estaban siendo torturadas, eran tan dolorosos como terroríficos. Y un canguelo enorme recorrió mi cuerpo. Y a punto estuve de apagar la televisión (prefiero escribir televisión y no televisor), para evitarme tan mal trago. No lo hice, claro.

Pero lo primero que se me vino a la mente, por estar tan reciente, fue lo mal que lo estaría pasando Ramón Moreda, secretario de Acción Sindical de Comisiones Obreras. Porque en su escrito, titulado “A saber lo que haría” y publicado en los medios el 1 de febrero, nos alertaba sobre los alaridos que él había oído, procedentes del interior del Centro de Menores, cuando pasaba por allí caminando hacia el monte.

A propósito: “A saber lo que haría”, el artículo de marras, ha desaparecido de la red, como por arte de ensalmo. Como si así pudieran ocultar el cuerpo del delito. ¿Por qué será?... Bueno, a lo que iba. Que se me vino a la mente el nombre de Moreda, pobrecito mío. Y hasta me lo imaginé con su pelo eréctil, como un demonio, debido a los lamentos oídos. Y dije, tate, a este muchacho se le ha inflamado cada músculo de cada pelo, llamado horripilador, como consecuencia del miedo. Y tentado estuve de interesarme por él. Sí, con el único fin de recomendarle a un especialista, conocido mío, que trata tales casos con una sapiencia admirable.

Pero, amén de sentirme muy preocupado por la situación de terror que estaba viviendo el secretario de Acción Sindical de CCOO, hice la siguiente reflexión: ya es mala suerte que este hombre, que iba caminando hacia el monte con sus kilos y su cayado, con el fin de alejarse del mundanal ruido, haya pasado por el Centro de Menores a la hora, justamente a la hora, que suele torturarse en ese edificio. Ya es mala suerte. Y, sobre todo, un castigo muy severo para Ramón Moreda; quien, como funcionario en activo, trató siempre con mucha delicadeza a cuantas personas desvalidas se acercaban a él pidiéndole celeridad en el arreglo de los papeles que necesitaban para solucionar sus problemas, en el menor tiempo posible.

Y no pude por menos que hacerme a la idea de que el sindicalista iba a necesitar no sólo al especialista en pelos erizados por jindama de alaridos, sino también los servicios de un sicólogo. Y si me apuran, dadas las noticias que me han ido llegando últimamente, puede que tampoco se descarte la necesidad de que lo vea un médico de los nervios: si no aparece cuanto antes un niño dispuesto a declarar que sigue teniendo el cuerpo cárdeno de las palizas que le dieron hace meses en el reformatorio.

De momento, me han dicho que Moreda se ha sosegado un poco: en principio porque cuenta con el apoyo de la ejecutiva del sindicato. Cuyos miembros han dicho que van todos a una. Y luego, porque hay un ex vigilante del centro que está dispuesto a declarar lo que sea... Y ahora, de verdad de la buena, quien se aterra soy yo. Y es que CCOO asusta cuando se lo propone.
 

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