PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 14 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Francisco Márquez
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En la miscelánea semanal, esas dos páginas que firmo cada domingo en sitio céntrico de este periódico, ilustradas magníficamente por Reduan Dris, jefe de todo lo concerniente al daguerrotipo, me he referido ya varias veces al mucho prestigio que ha ido adquiriendo, como político, Francisco Márquez.

Y lo he hecho basándome en las muchas opiniones que sobre él vengo oyendo en la calle. Jamás he cruzado una palabra con el consejero de Hacienda. Y es así porque nunca he tenido la oportunidad de coincidir con él en ningún sitio. Lo cual estuvo a punto de ocurrir el sábado pasado, debido a que fui invitado a la Laconada de carnaval celebrada por el Centro Gallego en la planta quinta del Hotel Tryp.

Sentado a la mesa que me habían designado los dirigentes del organismo gallego, tan buenos anfitriones como capaces de arrancarnos a los comensales la risa tan saludable que causa la ironía -esa burla fina que no está al alcance de cualquiera-, noté que a mi izquierda había un asiento vacío y una ficha indicadora de que estaba reservado para FM. Y dije para mis adentros:

Vaya, por fin voy a contar con la posibilidad de trabar conversación con quien, cada vez que sale su nombre a relucir, en mi presencia, sólo consigue ganarse todos los elogios habidos y por haber. Mira por dónde, gracias a esta casualidad, podré pegar la hebra con Márquez y tirarle de la lengua a mi antojo. Aprovechando que el ambiente es el más idóneo para que dos personas hablen por primera vez.

En vista de que pasaba el tiempo y el consejero de Hacienda no llegaba, pregunté a quien podía ponerme al tanto de por qué podía quedarme yo sin disfrutar de la presencia de éste, y me dijo que unas obligaciones habían retenido a Márquez en Madrid. Y mi gozo en un pozo, y todas mis esperanzas, a paseo.

De modo que ya sabe Márquez que está en deuda conmigo. Que su no asistencia a la Laconada en el Hotel Tryp, por más que fuera por causa superior, me privó a mí de entablar conversación con él y de conocer de primera mano si es verdad que su saber estar es de primera división o incluso de Champions Ligue.

Así que si alguna vez coincidimos en cualquier cuchipanda, bien le vale hacer todo lo posible para que los de protocolo se esfuercen porque seamos compañeros de mesa. Aunque se vean obligados a saltarse a la torera ciertas normas. Porque ya está bien que cuando sale a colación el nombre del consejero de Hacienda en cualquier reunión, cosa que sucede frecuentemente, yo deba decir, a estas alturas, que no sé ni papa de él. Que hasta me sigue pareciendo un extraño. Y a eso no hay derecho.

Aunque he de manifestar que, a partir del sábado referido y pese a la desilusión que me produjo el no haber tenido a Márquez como compañero de mesa, he procurado por todos los medios colar en todas mis conversaciones su nombre, durante mis ratos de ocio, con aperitivo al canto, a ver sí aumentaba el número de quienes tienen el mejor concepto del consejero de Hacienda. Y debo confesar que el resultado ha sido inmejorable para él.

Me han celebrado su buen talante; la educación exquisita que muestra; su manera de responder sin ambages a lo que se le pregunta, y todos han reconocido su elegancia. A mí me recuerda a Tomás Terry. Y en este caso, la comparación no es odiosa.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto