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                     Salam, jais; salam, convecinos. 
					Sí, he empleado adrede el término “moro” (derivado de los 
					habitantes de la antigua Tingitana) por acertado y correcto, 
					no lleva en sí matiz peyorativo alguno y no debierais 
					permitir que fuera usado de forma incorrecta; recuperarlo, 
					forma parte de vuestra memoria colectiva y desde hace un 
					tiempo también de la mía. Ya veis. Sé que algunos os 
					consideráis marroquíes. Bien. Pero también que una buena 
					parte, no vienen ahora al caso los por qués, os sentís y 
					sois españoles, con “papela”, ni más ni menos que yo. 
					Algunos, a la vez, compartís nacionalidad con el vecino 
					Marruecos, país donde la mayoría tiene sus raíces. Bien. 
					Pero cada año que pasa, un número creciente de vuestros 
					hijos están naciendo en Ceuta, en España: son “caballas”, 
					caballas musulmanes como sus conciudadanos son caballas 
					cristianos, caballas judíos, caballas hindúes… o “caballas” 
					simplemente, sin adjetivación religiosa de ningún tipo: 
					ciudadanos de Ceuta. 
					 
					También sé, todos lo sabemos, que cuando cruzáis El Tarajal 
					camino del vecino Marruecos os encontráis en situación de 
					inferioridad frente a los otros españoles, los no 
					musulmanes… Esta es una realidad objetiva. Así está escrito. 
					¿Habéis pensado alguna vez de quién es la culpa?. Hacedlo, 
					reflexionad un poco… 
					 
					Mientras lo hacéis, voy a intentar despejaros algunas dudas 
					pero advirtiéndoos, primero, que en algunos casos tendréis 
					que escoger. No os pido, obviamente, que renunciéis a 
					vuestras raíces, eso nunca; vosotros no sois “conversos”, 
					tenéis más dignidad. Sois ciertamente maghrebíes de origen, 
					como geográfica y culturalmente lo soy yo ahora. Todos, en 
					esta luminosa ciudad que abrazan amantes dos mares, somos 
					norteafricanos…, africanos españoles: como los melillenses; 
					como los canarios. Al cruzar el paso fronterizo de El 
					Tarajal (de compras, de turismo o, simplemente, para 
					reencontraros con otra parte de vuestra familia que vive en 
					Marruecos), os sugiero al entrar en “Bab Sebta” portar 
					claramente vuestro pasaporte español; que los amables 
					funcionarios marroquíes véan nítidamente las tapas rojas del 
					mismo y los derechos que lleva consigo su portador; y ante 
					el menor problema, exhibirlo con orgullo; y si, Alláh no lo 
					quiera, sois detenidos por cualquier causa (justa o no), 
					dejar muy clara en vuestra declaración la condición de 
					españoles, exigiendo de inmediato la protección consular a 
					la que tenéis derecho. Porque conociendo vuestra ascendencia 
					ceutí, como bien sabéis si la policía marroquí puede… os la 
					va en general a escamotear. ¡Manteneos firmes!. Y que 
					vuestras familias acudan, de inmediato, al Consulado español 
					correspondiente: si os detienen en Tánger, ¡pues al de 
					Tánger!; si en la provincia de Xauen o Tetuán, ¡pues al de 
					Tetuán!; si en Larache, ¡pues al de Larache! y así 
					sucesivamente en Nador, Agadir, Casablanca o Rabat. Y en 
					cualquier otra parte del territorio marroquí, directamente a 
					la Embajada o al Consulado de España en Rabat. Claro que si 
					preferís solucionar vuestros problemas a la usanza del país, 
					con su peculiar idiosincrasia y exhibiendo a la vez 
					documentación marroquí… pues ateneros a las consecuencias y 
					no lloréis entonces por la leche derramada… No hacer caso de 
					intermediarios (¿quiénes son, qué pretenden en realidad…?), 
					huir de los cantos de sirena. ¿Problemas en Marruecos?. 
					Recordad: sois españoles y lleváis pasaporte español: 
					¡directamente a los Consulados!. De la documentación 
					marroquí... os escribiré otro día. 
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