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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Dice la frase bíblica: “dejad que los niños se acerquen a mi”. Y algún gracioso, solía añadir a la misma:”que después vendrán las madres a recogerlos”. Hoy ni haciendo caso a la frase bíblica, hay que dejar que se acerquen los niños a uno, por lo que ello puede conllevar, algún que otro peligro tal y como está la situación en el asunto de los menores.

Antes los niños no tenían derecho a nada. Ahora, esos mismos niños tienen derecho a todo. Antes no se les creía cuando contaban ciertas cosas. Hoy se les creen cuenten lo que tengan a bien de contar. Como diría la sabia de mi abuela, ante semejante situación: “ni tanto, ni tan calvo”.

Un niño le puede buscar una ruina a cualquiera diciendo una mentira, que como es niño, y las cosas con todos esos derechos que se les otorgan, están como están, se le cree todo lo que tengan a bien decir, contra cualquier persona mayor de edad.

De hecho ha ocurrido, el buscarle esa desgracia a un adulto, valiéndose de una mentira. Dos años de lucha le ha costado al adulto demostrar su inocencia, ante la mentira creada por una menor para hacerlo daño. Y quién le paga, al adulto, el daño que por la mentira de la menor, ha tenido que estar sufriendo durante ese periodo de tiempo. Y cuál es el castigo que se le impone a la menor por el daño realizado. Poca cosa porque, naturalmente, es una menor. Manda…la cosa.

Decía un amigo mío, refiriéndose a los niños, que cuando son pequeños están para comérselos y cuando se hacen mayores, se arrepiente uno de no habérselos comido. Era, naturalmente, una de sus bromas, pues era un gran padre al que sus hijos adoraban.

La cosa ha llegado a tal punto en la protección al menor, que si uno de ellos, casos se han dado y siguen dándose, le roba su móvil y usted, en un momento de rabia, se lo quita de un tirón o por malo del demonio, le da por darle un cachete se está, usted, jugando una condena, por malos tratos a un menor.

Estamos tratando por el mismo rasero lo que es un cachete, de lo que so malos tratos. Cualquier niño de mi generación y algunas generaciones después han recibido un cachete de sus padres, y la verdad sea dicha ninguno estamos traumatizados por ello. Bueno, a decir verdad, el único trauma que me ha quedado es que no me toca la primitiva. ¡Pedazo de trauma, tú!.

La Ley, esa ley del menor donde tienen todos los derechos del mundo, debe caer con todo su peso, sobre todos aquellos que den malos tatos a lo niños. Pero confundir un cachete que, a veces, dado a tiempo es una victoria, con malos tratos, no es comprensible desde ningún punto de vista.

Antes un chaval con dieciocho años era un niño, que sólo vivía pendiente de los juegos, soñando con ser futbolista, médico o bombero. Hoy un chaval con dieciocho años es todo un hombre capaz de realizar cualquier cosa, con las mismas facultades que lo haría uno de veinticinco.

Hoy día, con los avances de la Humanidad en todos los terrenos, considerar a alguien con dieciocho años un menor, es un error. Habría que revisar esa Ley del menor y ajustarla a la actualidad.
 

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