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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE FEBRERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Ponerse la máscara
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es lo que toca durante estos días, aunque algunos la lleven todo el año. Desde hoy hasta pasado mañana, en teoría, son los carnavales pero aquí se prolongarán una semana más, puesto que aquí los carnavales suelen celebrarse con la cuaresma ya comenzada.

Interesantes los carnavales, para los más jóvenes que cuando nacieron ya se podía uno tapar la cara e ir a la fiesta disfrazados de lo que cada uno quisiera. No tan interesantes fueron esos carnavales para los de mi generación que, por mor del régimen, tenías que llevar la cara al descubierto, con lo que, a veces, te la podían partir, si no adecuabas tus acciones a las normas establecidas. Aquello era más difícil, aunque más difícil, todavía, había sido todo para la generación anterior, que nos dejó algo a nosotros, mientras ellos habían carecido de todo.

Aunque estos días, por una baja médica, la primera que he tenido en mis cuarenta años en la docencia, no he podido callejear la ciudad, sé que ya están instaladas esas lucecitas que alumbrarán Ceuta, durante las fiestas carnavalescas. Las lucecitas esas, no sé si por aquello de la crisis, serán de bajo consumo, o si al haber venido todo tan rápido no habrán podido adecuarse a estos momentos, pero sean del tipo que sean, técnicamente hablando, lo que sí representarán será la máscara esa que tanto gustan utilizar los inútiles, los enchufados, algunos dentro de la política y otros aspirantes a llegar a políticos para así poder vivir de esto, al no haber sido capaces de poder vivir de otro tipo de trabajo.

A todos se les conoce, aquí nos conocemos todos, aunque durante estos días va a ser más difícil, de día o de noche, poder marcar a cada uno con el dedo, por llevar ese disfraz que va enmascarando la propia realidad de lo que es cada uno.

Mentiría si dijera que me gustan los carnavales, aunque desde aquí digo que respeto a todos los que se entusiasman con ellos. Y no me gustan porque he vivido, vivo y seguiré viviendo la realidad, sin la palmadita en la espalda o la mano sobre el hombro, para ver como se respira ese día.

Sé que los gastos de estas fiestas son costosos, pero cada uno puede hacer con su dinero lo que quiera y si el objetivo y a ilusión de uno es llevar un traje “ilusión” aunque para ello tenga que pedir un crédito, ¡bendito sea su gusto!, él lo pagará.

Las luces, de alto o bajo consumo, cuestan un dinero a la Ciudad, y a nosotros los que pagamos impuestos, posiblemente cuesten más de 70.000 €, pero si hasta ahora los que no somos partidarios del carnaval no hemos recogido firmas, mejor para el consejero de turno, que no se verá bombardeado por quienes seguro que no entendemos esa fiesta, tan grata para otros.

Porque, además, con ese coste, no lo olvidemos, hay empresas que dan trabajo a unos empleados, que tienen familia, y que si algunos de ellos no son de aquí, aquí sí que dejarán parte de su sueldo en hoteles y restaurantes a lo largo de la semana.

Luego, no lo debemos olvidar, tras los carnavales, llegan los días de cuaresma, de penitencia o de meditación, para el que quiera observarlo, pero, ¡¡por favor!!, eso sin máscara ya, para que todos nos podamos ver, para que de día o de noche, al encontrarnos, sepamos quien es quien, para que palabras y hechos se adecuen y no digamos una cosa para hacer, más tarde, la contraria. Así se nos verá la cara a todos. ¡¡Qué así sea!!.
 

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