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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE FEBRERO DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Toros: tradición o sentido común

Por María Muñoz Tinoco


Al hilo de la polémica que ha suscitado la posible corrida de toros en nuestra ciudad, me he animado a opinar sobre este tema que a mí me parece sobre todo una cuestión de sentido común. Lo primero que me gustaría decir, es que mi intención no es oponerme a los toros únicamente, sino que mi posicionamiento es contrario a cualquier tipo de sufrimiento gratuito ya sea de una persona, de un toro o de un borrego. Y digo que es una cuestión de lógica porque está claro que la mayoría de nosotros está en contra de barbaridades como las peleas de perros o las de gallos, y sin embargo, el daño infligido a un toro parece ser de consideración menor o es que será que pertenece a una infraraza animal a la que si es legítimo hacer daño. No obstante este sentir tiene su explicación: las corridas de toros han sido y siguen siendo la fiesta nacional, es decir todos hemos sido socializados en una cultura en la que el toreo está legitimado, no sólo por las leyes que de hecho lo permiten sino por nuestra tradición. Y es, por tanto normal que a muchos les gusten los toros, han crecido con ello. Y así son estas dos razones a las que habitualmente se alude para defender la fiesta: que es legal y que es una tradición cultural. Y es cierto. Pero yo me pregunto ¿Es que acaso todo lo que es legal es siempre e invariablemente lo más conveniente? ¿Es que las tradiciones por el hecho de serlo llevan implícito el que sean buenas? Me temo que no. Sólo hay que darse una vuelta por las distintas culturas para comprobar que muchas tradiciones legalizadas han supuesto verdaderas atrocidades, valga como ejemplo el vendaje de los pies de las niñas chinas (costumbre milenaria) o la mutilación genital femenina en países como Etiopia. Muchos dirán que no es comparable pero si dejamos a un lado nuestro etnocentrismo y consideramos los hechos desde el relativismo cultural sí pueden considerarse acciones semejantes. No obstante, no es necesario trasladarnos a otros países para ejemplificar esto. En España, de hecho, las leyes cambian y acciones que antes eran legales ahora no lo son y viceversa. Es una cuestión de evolución. Pero aún así creo que el acento debería ponerse no ya en esto, sino en la pregunta principal que todos deberíamos hacernos ante cualquier situación controvertida: ¿es ético? ¿Es moralmente aceptable? Sinceramente creo que no. Provocar un sufrimiento evitable (incluso aunque el animal vaya a morir de todas formas, que sería otro tema) y regocijarse con ello, no puede ser nunca algo digno desde los valores y principios que una sociedad como la nuestra debería transmitir al mundo. Todos tendríamos que plantearnos que aunque haya cosas que nos gusten no todas son convenientes y que en la vida hay que saber cambiar, evolucionar y priorizar.
 

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