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sociedad - VIERNES, 27 DE FEBRERO DE 2009


javier sakona. a. samiñán.

fotografia
 

Una veintena de fotos para “posar la mirada en detalles muy pequeños”

Javier Sakona expone ‘Sinécdoque’ en la Sala Café Club, un trabajo de “paisajes subjetivos” de un fotógrafo que se reconoce aficionado y que no quiere dejar de serlo
 

CEUTA
Rober Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

“La mirada posada en un detalle muy pequeño” es el nexo de unión de las 21 imágenes que ha reunido Javier Sakona, conocido periodista de Ceuta, y que cuelgan desde ayer en la Sala Café Club. Bajo el título de ‘Sinécdoque’ –figura literaria que muestra una parte para describir el todo–, la exposición se centra en micropaisajes y lugares inventados, sacados de su contexto para crear un paisaje nuevo, propio. “En el fondo sólo es un atajo ante la dificultad de plasmar la belleza de un paraje natural o urbano en todo su esplendor”, comenta el autor, quien se reconoce como un aficionado a la fotografía que no quiere dejar de serlo.

La muestra recoge una veintena de imágenes que buscan un lenguaje propio a través del detalle, divididas en dos grandes grupos en función a la técnica utilizada: color o blanco y negro. Las primeras recorren Ceuta, Bilbao, Cantabria, Ronda o París entre 2006 y 2008; y las segundas son todas micropaisajes urbanos ceutíes, bilbaínos y parisinos captados a lo largo del año pasado.

“Se lo vi hacer por primera vez a un fotógrafo de Santander”, comenta Sakona, “hacía detalles milimétricos de grafitis dando a una pintada anónima, sin gracia e insulsa, una amplitud artística gracias a extraer un detalle”.

El periodista vizcaíno no desaprovechó desde entonces las posibilidades de esa técnica y hoy se pueden ver una veintena de “paisajes inventados”. Como dice: “Un recurso para no abandonar el paisajismo, la disciplina original, en la que se inicia cualquier aficionado”.

Así es como se reconoce, aficionado, “y no quiero dejar de serlo”. Porque ser amateur implica, según el manual de Sakona, “pasear con la cámara y aislarme del mundo”, así como “poder hacer muchas fotos y olvidarme de ellas”.

Sakona elige entre todas la fotografía del interior de un tronco de roble quemado en el que crecía musgo en la boscosa zona cántabra de Valderredible. Un buen ejemplo de lo que es la muestra, que “apela a la imaginación del espectador” para ser comprendida.

Se entiende que el trabajo que reúne en la Sala Café Club no tiene nada que ver con el reporterismo. “Muchas son hechas después de ruedas de prensa”, advierte el delegado del Diario Sur en Ceuta, que ha pasado también por este medio, EL PUEBLO, y la Radio Televisión de Ceuta.

“Como siempre llevo la cámara colgada por profesión o afición”, explica el periodista, quien comenzó a apretar el disparador hace una docena de años con una Zenit 12 –analógica, por supuesto– de fabricación rusa. “Eran muy buenas cámaras, pero muy toscas”, señala nostálgicamente.

Como todo aficionado con talento, Sakona escoge con tiento entre los grandes. Sus favoritos: el brasileño Sebastiao Salgado y el francés Henri Cartier-Bresson. “Estos dos son inalcanzables”, dice, al tiempo que manifiesta sus preferencias también por un tercero en discordia: “García Alix y esa capacidad de retratar a gente anónima, sobre todo las fotos de los punkis y la noche madrileña”.

“Todas las imágenes han pasado de la cámara al papel, sin retoque o manipulación”, quiere dejar claro antes de que se le olvide, “son imágenes vírgenes, el Photoshop jamás puso su tecnología sobre ellas”, concluye el fotógrafo que quiere ser aficionado.
 

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