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                     Don domingo no puede caer en 
					crisis, por mucha tentación del sistema. Con la seducción de 
					la manzana de Eva y Adán, ya tuvimos bastante, ¿o no? Su 
					integridad hay que salvaguardarla de este endemoniado 
					mercado de puñales. Pues manos al descanso y voz al 
					descubierto. Eso debieron pensar el Secretariado de la 
					Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), 
					las Iglesias Protestantes y la Iglesia Anglicana. Se han 
					dejado ver y oír, y sin cortarse un pelo, han aplaudido la 
					decisión de cinco miembros del Parlamento Europeo, que 
					apoyan la iniciativa lanzada por numerosos episcopados para 
					solicitar el pronunciamiento del Parlamento sobre la 
					declaración escrita acerca de “la protección del domingo 
					como pilar esencial de la herencia y del modelo social 
					Europeo”. Me parece una buena idea y una mejor devoción. Yo 
					mismo me declaro devoto del sublime ocio, que no de la 
					ociosidad, un producto capaz de civilizar lo incivil y de 
					cambiar el triste yo, que también puede ser vicio, por la 
					alegría de tener tiempo para darme y donarlo. El júbilo 
					cuanto más se gasta más queda.  
					 
					Nada de crisis para don domingo, que ha sido escuela y ha 
					sentando cátedra a través de su pedagogía mística. El santo 
					domingo es como el ser de las cosas. Lo necesitamos como 
					emoción. Uno precisa del descanso de uno mismo. Que no todo 
					va a ser producir. Y luego cebarse de consumo.  
					 
					Hay otros encantamientos dominicales que son divinos. Por 
					ejemplo: Quedar con el silencio. Hacer familia. Olvidar el 
					reloj. Reencontrarse. Hallarse con el alma. Perder el tiempo 
					y ganar vida. A veces, me da la sensación que hemos olvidado 
					que nuestra única meta es vivir, sabiendo vivir, y punto en 
					boca. Y que evasión y diversión es acto puro cuando a nadie 
					ofende. Sin duda alguna, el patrimonio estético de don 
					domingo, legado en herencia a la humanidad, es la música que 
					rige el universo. Yo pido mi parte mientras viva. ¡Un día 
					irrenunciable! A sabiendas que lo armónico es el corazón de 
					la vida, por donde habla el amor y enmudece la furia. Es el 
					reposo del guerrero, que es como decir, del que vive. Será 
					importante la cuestión, que un corazón en quietud ve una 
					fiesta en todas las plazas, sobre todo cuando cohabitan 
					millones de almas en pena, por culpa de este mundo de perros 
					emperrados al euro, en vez de a la vida, que es gratis y nos 
					la merecemos. Se nos ha legado como don domingo, a todos y a 
					cada uno. 
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