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                     El premio se lo han concedido a 
					María Antonia Palomo. Y me satisface expresar mi alegría 
					porque la ex secretaria general de los socialistas haya sido 
					distinguida con tan importante galardón. Así que no tengo 
					más remedio que felicitar a los componentes del jurado que 
					ha presidido Mabel Deu, la consejera de Cultura.  
					 
					Una vez le dije a María Antonia que es una suerte ser 
					hombre. Al menos es mejor que ser mujer. Y ella me respondió 
					con celeridad y enorme brío: “Yo me siento muy a gusto como 
					mujer. Y no me importaría volver a nacer hembra”.  
					 
					-Sin embargo, no me negarás que es más fácil ser hombre... 
					 
					-Sí, Manolo, es más fácil ser hombre. Lo mismo que es 
					más fácil ser guapo que feo, sano que enfermo, inteligente 
					que estúpido.  
					 
					-¿Me estás diciendo que un imbécil perezoso puede tener una 
					vida más interesante, por ejemplo, que una catedrática 
					activa, diligente y entregada por completo a su docencia? 
					 
					-No. Pero, con capacidades semejantes, las oportunidades no 
					son totalmente iguales. 
					 
					Y María Antonia llevaba razón, y la seguirá llevando, pues 
					no creo que haya cambiado de parecer. Porque para realizarse 
					profesionalmente y triunfar en su vida personal, las mujeres 
					necesitan más energía y más suerte que nosotros. Eso no es 
					justo, pero es así. Por lo tanto, las mujeres tienen razón 
					al denunciar sus desigualdades. 
					 
					El María de Eza premia la relevancia de la mujer en 
					la vida social y pública ceutí. Y, desde luego, el que las 
					candidatas hayan desempeñado cargos de responsabilidad. 
					Porque saber mandar es complicado y difícil.  
					 
					Hay que reconocerle a María Antonia el valor que le echó al 
					hacerse cargo de la secretaría general de un partido que 
					estaba sumido en el abismo. Un partido cuyos dirigentes se 
					habían ido enfrentando por motivos de poder y de otros 
					menesteres inconfesables. 
					 
					María Antonia ha dado muestras muchos años de tener voluntad 
					y valor a raudales cuando ha desempeñado un cargo. Se nos ha 
					mostrado siempre como una mujer apasionada, vitalista, 
					impetuosa... Llegaba a los plenos convencida de lo que 
					estaba diciendo y lograba muchas veces sacar de sus casillas 
					a los componentes de una mayoría absoluta que acabaron por 
					temerle más que a una vara verde. Muchos diputados asistían 
					a las sesiones plenarias provistos del Espidifen capaz de 
					sacarles del aturdimiento que les causaba el modo como 
					debatía la portavoz socialista. Los apabullaba con 
					recriminaciones y no se arredraba ante ninguna respuesta ni 
					comentarios jocosos. Y, por supuesto, jamás se venía abajo 
					ni siquiera cuando se ensañaban con ella en los medios. 
					Estaba sobrada de coraje.  
					 
					Y, por encima de todo, se dio cuenta de que su presencia en 
					el partido ya no era necesaria. Y asumió sus errores durante 
					la campaña electoral del 2007. E hizo lo que otros muchos 
					dirigentes no saben hacer: decir adiós para que el partido 
					pudiera tomar otros derroteros. Y, desde entonces, la señora 
					Palomo, refugiada en el mayor de los silencios, ha sabido 
					estar alejada de todos los focos de atención. A fin de no 
					entorpecer la labor de sus compañeros. Sus enemigos 
					ladran... Pero ella ha inscrito ya su nombre en la lista 
					donde aparecen mujeres relevantes de esta ciudad. O sea. 
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