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					Después de la trágica experiencia con el Tercer Reich, y 
					sobre todo con los crímenes cometidos por los nazis, 
					Alemania reencontró y cimentó ya cuatro años después de la 
					guerra el camino hacia la democracia, manteniendo hoy 
					instituciones estatales basadas en una Constitución modelo, 
					promulgada en 1949, que garantiza los derechos de sus 
					ciudadanos. Por eso toda negación del holocausto, como la 
					sostenida últimamente por el obispo católico Williamson, 
					encontró un profundo rechazo no sólo en la prensa sino 
					también en la ciudadanía alemana. Sorprendente, y para 
					muchos doloroso, ha sido el hecho de que esta declaración 
					haya venido de un obispo católico británico, en 
					circunstancias de que el Papa actual es alemán y su acto de 
					volver a acoger a cuatro ex-excomulgados en el seno de su 
					Iglesia se vio violentamente rechazado por la expresión 
					antisemita del obispo rehabilitado. La prensa alemana 
					informó ampliamente sobre este hecho, que mantuvo varios 
					días al país en espera de una posición más firme de parte 
					del Vaticano frente al obispo, y que incluso exigió la misma 
					canciller alemana. 
					 
					No sólo en un periódico se exigió que el Papa debiera 
					disculparse públicamente y anular la suspensión de la 
					excomunión, sino que los medios de comunicación de este país 
					dejaron en claro que no se puede negar el holocausto. En la 
					página Web de zwissinfo, se expresó el 5 de febrero con más 
					claridad la preocupación alemana, diciendo: “En Alemania se 
					teme ahora que caiga una sombra sobre toda la nación, cuando 
					precisamente un Papa alemán se entiende tan poco con los 
					judíos y mahometanos”. Con ello se refería a otros “errores” 
					anteriores del Papa en su relación con estas dos religiones, 
					como por ejemplo con sus declaraciones en la ciudad alemana 
					de Ratisbona sobre el Islam. Esta preocupación es 
					comprensible, ya que después de la 2ª guerra, muchos países 
					han mantenido una posición de atenta observación de la 
					sociedad alemana, criticando duramente cualquier rebrote o 
					expresión de nazismo o de antisemitismo. 
					 
					La prensa informa que muchas organizaciones juveniles 
					católicas de Alemania no sólo no comprenden la decisión 
					papal sino que incluso la critican, algo inusitado en una 
					juventud que antes depositó sus esperanzas en el nuevo 
					pontífice durante la Reunión de la juventud en Colonia del 
					2005. “Nos sentimos profundamente afectados por el 
					desarrollo del Vaticano. La Iglesia ha tomado sin duda el 
					camino equivocado”, se informa que expresó el movimiento de 
					la juventud rural católica alemana (KLJB). La Unión de las 
					juventudes católicas de Alemania (BDKJ) hizo saber en una 
					nota de prensa que para la mayoría de los jóvenes era 
					“totalmente incomprensible la rehabilitación de un negador 
					del holocausto”. 
					 
					Sobre el obispo inglés se han publicado también interesantes 
					declaraciones en la prensa, la que ya había informado en 
					otras ocasiones sobre la actitud ultra conservadora de este 
					converso de la Iglesia anglicana a la católica, 
					 
					¿Son casos como el presente algo aislado en la historia de 
					las grandes Iglesias cristianas? Martín Lutero, el fundador 
					de la Iglesia protestante alemana, en su libro “De los 
					judíos y sus mentiras” escribe refiriéndose a éstos: “... 
					que se destrocen así sus casas y viviendas y en su lugar 
					pueden habitar bajo un techo o en establos. Habría que 
					prender fuego a las sinagogas y a sus escuelas, en honor al 
					Señor y a la cristiandad, para que Dios vea que somos 
					cristianos. ¿Es de extrañar entonces que Hitler en su libro 
					“Mi lucha”, justificara el asesinato de los judíos diciendo: 
					“Yo sólo hago lo que la Iglesia está haciendo desde hace 500 
					años, pero evidentemente de manera más radical”? Estas citas 
					se han obtenido de 3 libros publicados por la Editorial Vida 
					Universal bajo el título “¿Quién está sentado en la silla de 
					san Pedro?”, cuya lectura puede resultar sorprendente para 
					más de uno. 
					 
					* Vida Universal 
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