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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El entierro de la caballa
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Marca el final de los carnavales en Ceuta.

El tiempo que no ha acompañado mucho, tampoco, en estos días, no impidió que un par de centenares de ceutíes formaran la gran comitiva fúnebre que transcurrió desde la Gran Vía hasta la Marina, en sus bajos.

Tardó en ponerse en marcha la comitiva que hasta pasadas las ocho y media de la tarde no partía de la Gran Vía. Luego, desde aquí, en un recorrido que ya se va haciendo tradicional, se dirigió hasta esos bajos de La Marina, donde finalizó.

Una hora de retraso y el tiempo poco apetecible, no impidieron a los que siguen año a año este “paseo” del final del carnaval, que se dieran cita, también en esta ocasión.

Y es que las tradiciones, algo que van en el fondo de los pueblos, se llevan a cabo con buena o con mediana climatología, sin miedo a soportar el rigor del agua o, incluso, del frío.

A las cosas que son propias no se renuncia con facilidad, aunque le salgan al paso a uno todo tipo de obstáculos.

En los bajos de la Marina se llevó a cabo la incineración de la caballa y con este “ritual” se da por concluida la fiesta del carnaval y se abre, como casi siempre, con mal tiempo, el período de la cuaresma.

Y ya que hablamos de cuaresma, los tiempos no han pasado en balde para este tiempo “sagrado”, que cada año va perdiendo más ese aspecto de recogimiento y la vista puesta en lo que representó, en su día, el tiempo de ayuno y el fatal trato dado a Cristo, condenándolo a muerte y a muerte en la cruz.

A eso, seamos sinceros, pocos son los que miran, yo diría que hoy, ni siquiera la propia Iglesia tiende la vista por esos derroteros, no creo que por desconocimiento, sino más bien por acercarse hipócritamente a otras corrientes nacidas en estas épocas de corte progresista, sin saber lo que es progresía o sin saber distinguir lo que es el progreso y lo que son las tradiciones de los pueblos, con cualquier tipo de creencias que tengan.

Y en esa progresía de pacotilla encontramos la situación tan convencional como caprichosa, de colocar en lo que sería y es época de cuaresma, los festejos carnavalescos.

Quienes conocen bien el carnaval y saben lo que representa, jamás serían los iniciadores de un traslado de fechas a otros momentos que no les correspondan. Quienes ven en los carnavales días de jolgorio, sin saber adecuarlos al tiempo que les pertenece, entrando en un tiempo que no es de carnaval, es porque están queriendo vivir la fiesta superficialmente, sin saber que debe preceder a otro tiempo, sólo a ese, con un sentido totalmente distinto.

Y con esto no queremos entrar en tiempos pasados, en los que con el guión ya preparado, desde el miércoles de ceniza, hasta el domingo de resurrección, parecía ser un espacio de tiempo únicamente de recogimiento, sin lugar a otras formas de actuar.

Ni una cosa ni la otra, pero sí saber lo que estamos festejando, valorar el tiempo que tenemos y esperar, también, el final de la cuaresma, para sentirnos en unos momentos de superación de estas semanas.

El mundo católico que ha creído estar siempre en posesión de la verdad, con esto de los “tiempos sagrados” podría aprender del rigor y la rectitud de otras religiones que, sin ir más lejos, en Ceuta nos dan una auténtica lección de saber lo que es y significa su propia religión. De todos se puede ir aprendiendo algo.
 

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