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OPINIÓN - VIERNES, 5 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

Otra amenaza: La crisis energética
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

El cambio de mentalidad por las energías renovables, es también cuestión de conciencia ciudadana, lo que exige la eliminación del consumo innecesario, aparte de que los gobernantes tengan la responsabilidad de propiciar otros usos entre la ciudadanía y sobre todo dar ejemplo. De nada sirve la Directiva Europea de Energías Renovables, aprobada en diciembre de 2008, en la que se estipula que, en 2020, el 20% del consumo de energía final debe proceder de este tipo de fuentes, si no hay voluntad política de cumplir y hacer cumplir las normas. Las malas costumbres también hacen ley. Y, en cualquier caso, por encima de toda coacción poderosa está la necesidad de volver a las energías que, por cierto, ya en otro tiempo utilizaron nuestros antepasados, especialmente la solar, la eólica y la hidráulica. Los caminos del mar eran transitados por navegación a vela. Cervantes selló para la historia los molinos de viento. El alivio del sol tras el viento como reformador y renovador fue elevado a los altares. Ahora nos compite hacer camino hacia una economía más ecológica.

Acciones ejemplarizantes como la Administración General del Estado, fijando en 2009 un objetivo de consumo mínimo del 20 por 100 de biocarburantes en las flotas de vehículos públicos, es una buena manera de influir sobre los demás. El principio de toda educación es predicar con el ejemplo. Nos hace falta. Un modelo económico como el actual, dependiente de las energías, requiere otras alternativas para no entrar en crisis, que sería nefasto como lo está siendo la crisis financiera. La producción de energías limpias, renovables, es una necesidad urgente, no sólo para mejorar el hábitat, también como subsistencia humana. Los Estados han de empañarse, pues, a fondo en lo que todos hablan y muy pocos cumplen, el desarrollo sostenible. Cuestión que conlleva estos deberes: Ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación. Cuidado con malgastarlos. Tampoco ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente. Cuidado con jugar con pólvora ajena y derrochar. De igual modo, ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible. Cuidado con aprender sin reflexionar, también es malgastar la energía.
 

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