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OPINIÓN - MARTES, 10 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Una mujer estúpida
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En el Día Internacional de la Mujer, los discursos de los hombres han sido los de costumbre. Todos han hablado con admiración de las mujeres. Y no han dudado en destacar las desigualdades que siguen existiendo entre ellas y los varones.

La diferencia que hay entre los hombres y las mujeres es que ellos hablan bien de ellas y las tratan mal, mientras que ellas hablan mal de ellos y los tratan bien.

La frase me sale de corrido, pues la he repetido infinidad de veces. Desde que hace más de dos décadas se la oí decir a un médico que a su vez me recomendó un libro que, días atrás, yo le recomendé a Beatriz Palomo. Aunque mucho me temo que le será difícil encontrarlo. Y, naturalmente, le dije que no le prestaría “No es fácil ser hombre”, que es el título del libro.

Pues bien, a partir de entonces yo he venido prestando mucha atención a cómo los hombres hablan de sus mujeres. Y, salvo raras excepciones, les reconocen muchas más cualidades que las que se atribuyen a sí mismos y no ahorran alabanzas sobre los méritos y talentos de éstas.

Pero no es menos cierto que esa manera de actuar de los hombres es egoísta. Porque tienen necesidad de hacerles a sus compañeras un retrato embellecido para resaltar su propio valor. Puesto que si son amados por unos seres selectos, es indudable que ellos tienen que ser dignos de ser amados, o más bien, de ser admirados.

No olvidemos que una mujer que tiene un mal marido es una víctima; sin embargo, un hombre que tiene una mala mujer es un ser lamentable. Y no me negarán que incluso son objetos de mofa por parte de sus compañeros.

A los hombres les siguen gustando las diferencias entre sexos. “Tal vez porque una sociedad ‘unisex’ les inquieta, una civilización andrógina les repele”. Diferentes no significa inferiores. En este punto, las ideas feministas han triunfado realmente.

Porque a ver quién es el guapo que se atrevería a afirmar todavía que las mujeres son menos inteligentes que los hombres. O que están menos dotadas para crear o carecen de habilidad y arte. Entre hombres y mujeres las capacidades son iguales aunque las condiciones sean distintas. Ello es algo que nadie discute en estos tiempos. Salvo estúpidos viejos reaccionarios o falocráticos trasnochados.

También hay mujeres estúpidas. Casi tantas como hombres necios existen. Normal. Faltaría más. Por tal motivo, suele haber problemas cuando una mentecata luce su sandez con recochineo y alevosía.

Ejemplo: Estaba yo, días atrás, en un restaurante céntrico y Javier Arnáiz se dirigió a mí para pedirme que destacara en esta columna un acto organizado a favor de una buena causa. Eché una mirada alrededor y me di cuenta de que sentada a la mesa había una mujer que, cada vez que nos cruzamos, trata de insultarme con la mirada. Y le dije al arquitecto municipal que nanay de la China.

Que no estaba dispuesto a ayudar a esa causa, por justa que fuera, presidida por una señora estúpida. Y cuya mala educación aconseja recomendarle algún brebaje para que regule su organismo. Por si acaso esa irregularidad fisiológica es la causante de que mire a los demás por encima del hombro. Y me quedé tan pancho. Y es que la igualdad permite actuar sin cortapisas.
 

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