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OPINIÓN - MARTES, 10 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El recuento de los daños del temporal
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Pasó el temporal, pero por detrás hay que ir revisando lo que en pocas horas nos dejó. Y lo primero que encontramos es que edificios o parte de ellos que habían costado sudor y mucho sacrificio, además de meses y meses hasta ultimarlos, en pocas horas y de una forma “gratuita” quedaron para volver a reconstruir parte de ellos.

Veo que en la Ciudad de Melilla, para no dejarlo para más tarde, el consejero de Seguridad Ciudadana ha comenzado a evaluar la serie de daños que dejó tras sí uno de los temporales que han azotado este año.

Yo no creo, todavía, mucho en eso del cambio climático, que tanto se viene cacareando, y, al menos, no creo que eso vaya a ir muy rápido, aunque hay veces que empiezo a tener dudas, por cuanto en los últimos seis meses las condiciones climáticas, tal como se han dado en Ceuta, parece que han desviado la línea que llevaban, al menos, en el siglo y medio que nos han precedido y que es de cuando, de una forma o de otra, se tienen noticias de los hechos más destacables.

Y en Ceuta, que yo sepa, al menos oficialmente, no se ha dado, todavía, una relación, ya definitiva, de todo lo que se ha destrozado en la noche del miércoles y en todo el jueves. Pero dejando de lado lo oficial, no hace falta más que darse una vuelta por las rutas que más frecuenta uno, a diario, para ver que varias palmeras, por ejemplo, fueron descogotadas; que una farola, o dos de las que se habían instalado hace poco tiempo fue, prácticamente, segada por medio; que varias terrazas han quedado resquebrajadas y parte de ellas cayó al suelo, o que la mayor parte de los cristales de un restaurante, con los marcos de sus puertas fueron reventados totalmente.

Es este un recorrido muy sucinto que podríamos multiplicar por diez o por cien y que cogió a todos totalmente desprevenidos y sólo a última hora las autoridades autonómicas y gubernamentales se dieron cuenta de que aquello no iba a ser una broma y trataron de prevenir de la forma que tenían más a mano.

Particularmente, lo que más me sorprendió fue que la noche del miércoles se decidió que el jueves no fueran los alumnos a clase, y me sorprendió porque en mis cuarenta años de profesional de la enseñanza, de ellos treinta aquí en Ceuta, tan sólo en dos veces ha sucedido eso y las dos veces ha sido aquí y en este curso, en septiembre la primera de ellas y la última el pasado jueves.

Este, aunque no cuantificable a corto plazo, es otro daño que hay que imputar al temporal, y más daño, o incluso temeridad, hubiera sido que, como otros días, los chavales de más o de menos edad, hubieran ido y en alguno de los centros, o mejor de los patios, nos hubiéramos encontrado cualquiera con lo que no buscábamos.

Lo hemos dicho ya, en días pasados, el problema que se dio en tierras catalanas, hace pocos meses, ha servido para que en circunstancias como la del pasado jueves, no se intente jugar con la suerte, de ninguna forma.

Ahora, y ya con mejor tiempo, podremos empezar a disfrutar de la primavera, que es de suponer que vaya más a tono con lo que es, de cómo ha sido el pasado otoño, desde su mismo comienzo. Pero mientras tanto ¿A cuanto han ascendido los daños del temporal?. Desde la Ciudad Autónoma y desde la Delegación del Gobierno, algún día nos lo dirán. Seguro que fue un día caro.
 

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