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OPINIÓN - VIERNES, 13 DE MARZO DE 2009

 
REPORTAJE / REVISTA CEUTA SIGLO XXI

II Centenario de la muerte del Teniente Ruiz
y primero del traslado de sus restos

Por José Luis Gómez Barceló


Hoy 13 de marzo de 2009 se cumple el II Centenario del fallecimiento del Teniente Jacinto Ruiz Mendoza en Trujillo (Cáceres), a consecuencia de las heridas recibidas el 2 de mayo de 1808, durante la Guerra de la Independencia española. Un siglo atrás, la conmemoración del centenario dio lugar a diferentes actos públicos y la publicación de un libro, encargado a Antonio Ramos y Espinosa de los Monteros por el alcalde Julián Francisco de las Heras (que daría lugar al nombramiento de Ramos como primer Cronista Oficial de la Ciudad).

Jacinto Ruiz había nacido en Ceuta el 16 de agosto de 1779, siendo sus padres miembros de distinguidas familias locales. Ingresó muy joven en el Regimiento Fijo de Ceuta, donde recibió la primera educación militar, hasta ser promovido a segundo subteniente, el 10 de julio de 1800, para ser nombrado oficial seis meses después, destinado como subteniente al Regimiento de Voluntarios del Estado, en el que alcanzó el empleo de teniente el 12 de marzo de 1807.

El 2 de mayo de 1808, al producirse los hechos del Parque de Monteleón, el teniente Ruiz Mendoza se unía a los capitanes Daóiz y Velarde, luchando valerosamente contra los franceses. Sus compañeros murieron en la acción, mientras que él sobrevivió a dos importantes heridas de bala, una en el brazo izquierdo y la otra, que entró por su espalda saliéndole por el pecho. Dado primero por muerto y reconocido más tarde, fue evacuado de Madrid en un largo periplo que le llevó hasta Trujillo, seguramente bajo la protección de su tío, el teniente coronel del Regimiento de Badajoz, igualmente ceutí, Juan Cebollino. En Trujillo vivió sus últimos días, hizo testamento y falleció a los veintinueve años de edad, el 13 de marzo de 1809, siendo sepultado en la parroquia de San Martín.

El reconocimiento de la figura de Ruiz fue muy tardío. Su muerte, meses más tarde de la acción, le privó de acompañar a Daóiz y a Velarde en sus reconocimientos, así como en los privilegios para sus familiares. Estos no llegaron hasta la campaña realizada por los tenientes Pedro A. Berenguer y José Ibáñez Marín, finalizando el siglo XIX, que dieron lugar a la publicación de su biografía y la erección, por suscripción nacional, de la escultura de Benlliure que hoy preside la Plaza del Rey de Madrid, pero ambas cosas llegaron en el lejano año de 1891. Cuando en 1908 se celebró el I Centenario de los sucesos pintados por Goya, Ruiz parecía preterido, lo que los artilleros de todo el país consideraron que había que remediar, proponiéndose una nueva campaña de reivindicación de su compañero: trasladar sus restos al Campo de la Lealtad. Efectivamente, en el Campo de la Lealtad se levanta un obelisco en el cual reposan los restos de los capitanes Luis Daóiz y Pedro Velarde y, desde marzo de 1909 los de Ruiz.

Escritores, militares y políticos se propusieron conseguir el traslado de los restos del Teniente Ruiz a Madrid, para lo cual se formó una comisión, en la cual Ceuta y la familia del héroe estuvieron representados. El 11 de febrero de 1909 se produjo la identificación de la sepultura y reconocimiento de los restos del Teniente Ruiz, que fueron introducidos en una caja de plomo y ésta, cerrada en otra de caoba, que quedó expuesta en el templo. Con posterioridad se levantaría la consiguiente acta, mientras que la ciudad le rendía tributo con solemnes funerales.

Los restos de Ruiz fueron trasladados a Cáceres el 12 de marzo, desde donde fueron llevados a Madrid en ferrocarril. La mañana del 13 de marzo, desde Atocha al obelisco, no era sólo que la carrera estuviera cubierta con tropas, sino que la multitud llenaba cada palmo de la calzada y paseos. La comitiva estuvo presidida por el Jefe del Gobierno, Antonio Maura, el duque de Mandas en representación del Senado, Eduardo Dato por el Gobierno, así como numerosos miembros del Gobierno, militares y otras autoridades.

Colocada la urna en un armón de artillería, se procedió al traslado al monumento de la Lealtad, en donde se procedió a abrir la urna de caoba, sacándose de ella la de plomo, que fue depositada en una sepultura construida al efecto, delante del sarcófago, por la parte que mira al Poniente. En el mismo acto se hizo entrega de la urna de caoba a la representación del Arma de Infantería, para conservarla en su museo, así como las tres llaves quedaron en manos de los representantes del Congreso, el Arma de Infantería y el Ayuntamiento de Madrid.

Quizá los datos aquí expuestos extrañarán a algunos, pero todos ellos proceden de las actas levantadas en el proceso, del libro que se publicó con ellas y de los reportajes de prensa. Mucho se ha hablado de la urna de caoba –que nunca contuvo resto alguno fuera de la caja de plomo- y de supuestos restos de esa urna repartidos en diferentes sitios. Sin embargo, los restos de Ruiz están donde deben estar, junto a los de Daóiz y Velarde, en el monumento de la Lealtad de Madrid.
 

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