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OPINIÓN - JUEVES, 19 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

Shemá Israel: Sit tibi terra levis, Menahem
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Al final no te recuperaste... Ayer a las 16.00 fue enterrado, siguiendo el ritual judío, un ceutí emblemático al que la Ciudad, aun en vida, decidió homenajear poniendo su nombre a un pasaje. Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla en 1955, Menahem Gabizón estuvo como Decano largos años al frente del Colegio de Abogados, compaginando su labor con la docencia en la UNED y la presidencia de la Comunidad Israelita de Ceuta.

Entonó ayer el Kadish tu atribulada tribu, con tu cuerpo presente en el tanatorio: “Itgadal veitkadash séme rabá (Amén) Bealmá diberá jirhuté. Veiamlij maljuté. Veiazmaj purkané vikareb meshijé (Amén). Bejaijeón ubiomejón ubjaié dejol bet Israel. Baagalá ubizmán karib veimrú (Amén)”. “Shemá Israel”, el último rezo en boca o espíritu de un judío que habrás exhalado antes de fallecer; “Shemá Yisrael, Adonai Elojenu, Adonai Echad”, “Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno”, que tú, como creyente, recitabas dos veces al día en las preceptivas oraciones de la madrugada y el atardecer. Tus deudos, previamente, te habrán lavado (Tohorá) con mimo y atención: para honrarte, por higiene, para dejarte preparado para el día de la resurrección y para comprobar al lavarte con agua fría y caliente, Menahem, que has muerte de veras y no estás afectado por ningún estado transitorio de catalepsia. Tú bien sabes, Menahem, que las costumbres judías son muy rigurosas. Y supongo que al final, como recomendaba rabí Gamaliel para no discriminar a ningún judío en la muerte, rico o pobre, pobre o rico, te habrán envuelto en una humilde y blanca mortaja (tajrijín) cubriendo, pudorosamente, tus partes; a ser posible de lino, planta bíblica bien presente en Eretz Israel, con su inconfundible textura y color simbolizando, Menahem, el arrepentimiento y la pureza. Viniste un día al mundo, Menahem y a los ocho días tus padres cumplieron en ti el Brit Milá (Pacto de la Circuncisión); al mes y delante del cohen (sacerdote) viviste, aun bebé y si eras primogénito, el Pidión Habén (Rescate del Hijo); a los trece años, un muchachito, te ilusionaste con el Bar Mitzvá (rito religioso de paso); disfrutaste de tu casamiento en la Jatuná o Jupá Vekidushín y ayer, ayer Menahem, cerraste tu ciclo vital asistiendo, en cuerpo presente, a tu Kevurá o entierro, mientras (entiendo) tus familiares más cercanos habrán hecho la Keriá, rasgando su ropa exterior. Tus deudos, Menahem, que ya dieron comienzo a la Shivá o semana de luto y que, a los treinta días de tu fallecimiento, te recordarán (Azkará) con un Sheloshim, reuniéndose otra vez junto a tus amigos más queridos al pie de tu tumba.

Tuve el honor de conocer a Menahem Gabizón en el ya lejano otoño de 1994 en Oviedo, durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias en “Cooperación Internacional” a Isaac Rabin y Yaser Arafat. Presente en el acto, llamó mi atención una pequeña comitiva venida de Ceuta, ciudad que para mí ya era todo menos extraña desde los tiempos de la adolescencia. Tuve ocasión, posteriormente, de entablar contacto con Menahem Gabizón por diferentes motivos. Ayer, Menahem, se nos fue para siempre no sin dejar en su entorno una profunda huella. “Oye, oh Israel” se oyó ayer en el entierro. Yo quiero sumarme a tu recuerdo homenajeándote con estas sentidas líneas: “Sit tibi terra levis”, Que la tierra te sea leve, Menahem. “Lei traot” pues, un día u otro, cualquiera de nosotros emprenderá el gran viaje que tu ya hiciste, Menahem. La paz sea contigo, la paz esté con nosotros. Shalom.
 

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