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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

La Shía en Marruecos
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Una de las claves del comportamiento político del Régimen alauí pasa, indefectiblemente, por el control de la fidelidad religiosa de sus súbditos, extensible incluso hasta la importante emigración marroquí, superior con mucho a los 3 millones de personas, bastante más del 10% de la población total del país. Esta seria pues una de las claves que explicarían el reciente hostigamiento a la “disidencia” religiosa planteada por la implantación del shiísmo en Marruecos; otra estaría, impulsada por el wahabismo saudí, en la rotura de relaciones diplomáticas con Irán que constituiría, por otro lado, un claro alineamiento con la estrategia de los Estados Unidos. El “guiño” de Rabat a Washington tendría una lectura añadida: la búsqueda del apoyo explícito del Presidente Obama a la “causa sagrada” del Sáhara, las “Provincias del Sur” para Marruecos.

Quizás merezca la pena evaluar las diferencias entre el shiísmo y el sunnismo malikí marroquí, menores a mi juicio curiosamente que las existentes entre el Islam popular practicado en Marruecos y el wahabismo hambalí, si bien ambos estarían integrados formalmente en la sunna; al fin y al cabo, el morabitismo o culto a los santos (denostado por el wahabismo) tan extendido por el Maghreb, no deja de guardar paralelismos con los rituales de culto shiís presentes en Irán. Iré más lejos: si en el Maghreb es rastreable en las prácticas populares una huella cristiana, ¿hasta que punto no podría entenderse el shiísmo como la versión cristiana del Islam…?. En todo caso, la principal diferencia entre la shía y la sunna es fundamentalmente de orden político y de jurisprudencia: si en la sunna las cuatro escuelas jurídicas existentes mantienen sutiles diferencias, en la shía la noción de “ayatolláh” o imám vivo (figura con ciertas semejanzas a la del Papa en el cristianismo católico) zanja cualquier disidencia, reglamentando la ortopraxis.

Dejando a un lado la presencia histórica de la shía a través de la dinastía Idrisí y la fundación de Fez, tenemos que remontarnos al triunfo de la revolución jomeinista para situarnos, partiendo del sostén de Hassán II al destronado Sha Rezah Palevi acogiéndole por un tiempo, a finales de enero de 1979 y tras abandonar Irán, en Marrakech. Tras la “intifada marroquí” de 1984, duramente reprimida en Marrakech, Fez, Nador y Tetuán, Hassán II acusa abiertamente a Jomeini y a la República Islámica de Irán de intentar “exportar la revolución iraní” a Marruecos e incluso, tras la “Chabiba Islamiya” (Juventud Islámica) de Mouti, se escondería una facción soterradamente shií. ¿Dónde estaría actualmente el epicentro del shiísmo marroquí…?. Parece que oscilaría entre Mekinés y Tánger, impulsado por un cualificado grupo de universitarios marroquíes (se habla de unos 140) de medicina e ingeniería que habrían sido becados en Irán. Varias asociaciones culturales (“Al Inbiat” en Tánger, “Attawassoul” en Alhucemas, “Al Ghadir” en Mekinés y otras), darían cobertura a los simpatizantes marroquíes de la shía. ¿Y el PJD, los islamistas parlamentarios marroquíes, han tenido algún escarceo con el shiísmo…?. Pues sí, político (a través del movimiento “Al Yaqadha”, Vigilancia y Virtud, que fundara Mohamed Khalidi en 2003) y mediático, apoyando explícitamente a “Hezboláh” durante la última guerra del Líbano en el verano de 2006. Pero solo este tema merece, al menos, su columna.
 

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