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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE ABRIL DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Efectos perversos de algo positivo

Que el Régimen Económico y Fiscal (REF) especial de Ceuta es imperiosamente necesario mantenerlo es un principio que no escapa a ningún agente social de la ciudad autónoma. Se asienta fundamentalmente sobre el rasgo más definitorio de nuestra economía y fiscalidad: la condición de territorio franco, que según se concreta en el documento de reforma elaborado por el Ejecutivo ceutí “supone la libertad de entrada, salida, tránsito y trasbordo de todo tipo de mercancías, sin sometimiento a los derechos establecidos para la Península por los aranceles de aduanas ni ningún otro de importación o exportación”.

Sus condiciones suponen un rasgo fundamental para el devenir económico de la ciudad autónoma y suponen igualmente “un estímulo importantísimo para la inversión en ambas ciudades”. No en vano, desde la Ley de Bases de Régimen Económico y Financiero de Ceuta y Melilla de 1955 ya se esbozó un sistema de bonificaciones fiscales al tipo del 50% del que disfrutamos actualmente. Ahora, simplificando, el Gobierno que preside Juan Vivas se propone elevar esas deducciones al 75%. Sin embargo, como todas las cosas, estos beneficios también pueden tener una cara oscura para alguien, efectos perversos que deberían tenerse en cuenta en la elaboración del nuevo REF, si es que a través de él pueden corregirse, o tomarse las acciones más adecuadas a tal fin. Es el caso del sector pesquero, que según se informa hoy en este periódico presenta un disparatado 90% de los barcos aquí matriculados que no operan ni faenan, ni viven ni trabajan, de la ciudad autónoma. ¿Qué hacen, entonces, aquí? Según Comisiones Obreras, beneficiarse de la fiscalidad reducida de la ciudad y poco más. Es legal, pero las consecuencias que deparan sobre los pesqueros que sí son realmente de Ceuta son inopinadamente perjudiciales en lo que a las cuotas y subvenciones se refiere. Las administraciones deberían estar atentas para no dañar aún más a un sector ya de por sí en franca decadencia.
 

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