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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

Guerra de Tetuán: 150 Aniversario
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

A finales de este año tendrá lugar el 150 aniversario de la mal llamada “Guerra Romántica” (¿acaso late algún romanticismo en las guerras?) en la que una fútil disculpa, la rotura a las puertas de Ceuta de un hito de piedra con el escudo esculpido de España por parte de unos cabileños de Anyera, llevó a nuestro país a declarar e imponer la guerra al Reino de Marruecos. Ceuta, plaza fuerte y de soberanía, se convirtió en puerto de desembarco de las tropas expedicionarias, más de 45.000 hombres, en la Campaña de África (1859-1860), que culminaría brillantemente tras la batalla de Wad-Ras (camino de Tánger) con un Tratado de Paz (que nuestros vecinos nunca han acabado de cumplir) y la ocupación temporal de Tetuán hasta el 2 de mayo de 1862. Desde adolescente me llegaron ecos, pues en los avatares bélicos fue ascendido a general de brigada un ascendiente directo de mi padre mientras que, en el siglo siguiente y en la segunda década del mismo un tío abuelo con peor fortuna, el capitán de ametralladoras del Regimiento de Ceuta Joaquín Navazo Garay, gaditano él, caía en la posesión de M´ter (camino de Yebha, Puerto Capaz) abatido por un “paco”. Todavía en la familia paterna, de honda raigambre militar, se guarda una vaga memoria junto con documentación de los mismos.

Me he ocupado en variada circunstancias de este conflicto sobre el que, en general, el lector español suele solo tener acceso a la bibliografía al uso, generalmente apologética, no siendo fácil el acceso a otras fuentes. Las marroquíes, escasas (el “Manuscrito Tetuaní” traducido en 1934 por Ruiz Orsatti y “Kitab El-Istiqsa”, de Ahmed El-Nasari), adolecen del mismo defecto. Más técnicas son las fuentes inglesas (Inglaterra apoyó solapadamente desde Gibraltar a Marruecos, vetando la entrada española en la histórica Tingis ), revistiendo particular interés la documentación guardada en la antigua legación diplomática de los Estados Unidos en Tánger.

Una España empobrecida, inmersa en un envenenado conflicto civil (primero ya en la mal llamada Guerra de Independencia y luego con las guerras carlistas) e impotente ante el progresivo desmembramiento de su imperio colonial, no dudó bajo la égida de la Reina de las Españas Isabel II (generosa y real hembra, casada a la fuerza en 1845 con aquella delicada flor de pitiminí, de artístico talante, llamado Francisco de Asís Borbón) en declarar, por razones de política interna, la guerra al sultán de Marruecos, Mohamed El-Abbas (de la dinastía Alauí), que galvanizó a una dividida sociedad española en torno a la Corona y los valores patrios, cimentando a las fuerzas armadas alejándolas de los pronunciamientos, tal y como sin duda deseaba Leopoldo O´Donnell, Jefe de Gobierno de 1858 a 1863 y General en Jefe del Ejército de África. Causa hoy admiración el celo desplegado por los contingentes de Voluntarios Catalanes (al mando del conde de Reus, general Prim), que se batieron con denuedo en Castillejos y la Brigada de Tercios Vascongados con su chapela roja (cerca de 3000 hombres), activos en la batalla de Wad-Ras. ¿Solo historia pasada…?. Para los españoles puede pero… ¿para los marroquíes?. El monolito que recuerda, altivo, en el centro de la Plaza de África los eventos es mirado, con suspicacia, por buena parte de la comunidad musulmana ceutí. Y bien pudiera ser que en su momento, cuando cambie ineludiblemente la tortilla, sea quitado de en medio en aras de la memoria histórica y el diálogo de civilizaciones… Ya verán.
 

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