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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Preludio
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Me levanto con un fuerte dolor de cabeza producido, entre otras cosas, por los constantes cambios climáticos y por las nuevas tendencias de los responsables de la educación de mi hijo.

Que obliguen a un niño de seis años a llevar al colegio cosas casi imposibles de encontrar ya es el colmo del despelote educacional. Ahora le toca llevar un volcán en miniatura y así se ha pasado dos días enteros insistiendo en el tema. No he tenido más remedio que construir una miniatura de volcán, a escala 1:100, con la correspondiente lava surcando laderas abajo hasta desembocar en un laguito de aguas cristalinas. Lo que no he conseguido hacer es crear nubes y fuegos. Eso se lo dejo a Rouco Valera con el ruego de que suelte un rayo que fulmine esa clase de peticiones por parte de los maestros.

En mis tiempos escolares lo que nos mandaban eran problemas matemáticos y repasos geográficos… sobre papel escrito y poco más.

Bueno, las declaraciones del presidente de la Inquisición española, actual Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, muestra una clara tendencia que configura un preludio que trata de reducir la democracia a un mecanismo empírico de regulación de intereses creados.

Su postura contra el aborto y contra la Educación para la Ciudadanía implica que desea, con toda la mala leche, reducir la democracia hasta el punto de convertirla en una palabra vacía,

Con esas declaraciones del continuador de San Agustín, que aprobó sin reservas la acción de la Iglesia contra los herejes, allá por el siglo IV cuando convierten el cristianismo en religión estatal y se ratificó en el año 1184 mediante la bula del papa Lucío III “Ad abolendam”, se coloca en la misma peana que el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, éste asesorado o mandado por Alí Jamenei.

El plantón de los asistentes occidentales a la Conferencia Mundial sobre el Racismo de la ONU no es otra cosa que el preludio de futuras actuaciones políticas a escala mundial que sólo traerán inquietudes al resto de la humanidad.

Aunque no estoy de acuerdo con la política iraní, ni mucho menos con las azoras de su imán, no puedo obviar que las palabras del líder político iraní son verdades como puñales porque reflejan la auténtica actualidad de una zona conflictiva de nuestro viejo planeta.

Siempre he entendido que la fuga de asistentes a un evento oficial, sea cual fuere, por disconformidad con las palabras del orador de turno es, simple y llanamente, una acto de cobardía y de flojera mental al verse incapacitado, el que huye, para darle una réplica contundente, serena y acertada. Un recurso muy utilizado por los débiles y por los “cabeza cuadrada”. Como cuando se deciden por hacer uso de los insultos y las descalificaciones, armas de los cobardes o de los carentes de respuestas acertadas, claras y convergentes.

En política internacional no soy quién para dar consejos, solo opino, pero en cuestiones religiosas, sugeriría a nuestro Inquisidor principal que meditara mucho sobre su alejamiento de lo religiosamente correcto y se dedicara de lleno a fomentar el concepto del que se supone es representante.

Le sugeriría que regrese a aquel entorno social, donde ofrecían un bagaje cultural nada despreciable para conocer el arte y la tradición judeo-cristiana, para que los ciudadanos no perdamos detalles cristianos que formaban parte del lenguaje popular y no insista en ahuyentar los últimos atisbos de reminiscencias religiosas de nuestro paso al laicismo. Son necesarias para evitar el aturullamiento de los jóvenes, de hoy en día, cuando acuden a una iglesia y no saber lo importante que es no venderse un plato de lentejas.

No es bueno que la mano de Dios se dedique a derribar Gobiernos, con soplos etéreos de golpes de Estado, y tampoco es bueno que, los que se autodenominan representantes del ser supremo, mantengan en lo más recóndito de su cerebro el odio hacía la izquierda por hechos ocurridos en un período negro de la historia de nuestro país.

Toca retractarse y reconocer que la democracia es mucho más que un simple intento de abortar.
 

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