La Feria de Primavera y del Vino
Fino es la fiesta más importante de El Puerto de Santa
María. La segunda de Andalucía, en cuanto finaliza la de
Sevilla, y que suele celebrarse en la última semana de abril
o en la primera de mayo.
Las autoridades portuenses vienen, desde 1999, dedicándole
sus fiestas a comunidades autónomas o capitales de
provincias. Distinguidas han sido ya Madrid, Galicia,
Extremadura, Jaén, Alicante, Aragón, Vizcaya, Ceuta, Navarra
y Valencia.
Ceuta fue invitada en 2007. Y se rotuló con su nombre, cual
es costumbre, una calle en la feria. Y en ella estuvo
situada la caseta ‘caballa’. Regentada por Manolo Guillén:
portuense que lleva más de treinta años establecido como
hostelero en tierras ceutíes. MG, días después de haber
vivido intensamente las fiestas por excelencia de la
primavera gaditana, aún rezumaba alegría por los cuatro
costados. Y sentados a una mesa de su restaurante, ‘El
Varadero’, me decía lo siguiente:
-Mira, Manolo, nunca olvidaré el comportamiento que han
tenido nuestros paisanos con todos los que hemos trabajado
en la caseta de la feria. No sólo se han gastado el dinero
sino que también han contribuido generosamente a que el
ambiente no decayera en ningún momento. Y hasta llegué a
emocionarme al comprobar que no se les caía el nombre de
Ceuta de la boca. Espero, por tanto, que el próximo año
nuestras autoridades organicen un viaje, aprovechando las
fiestas primaverales, para darles las gracias a los
portuenses.
Que si quieres arroz, Catalina. Así que los deseos de
Guillén no se cumplieron y a mí me dio por escribir una
columna en la cual decía que habíamos quedado peor que
Cagancho en Almagro. Por lo que un día, de hace nada,
pegando la hebra con Pedro Gordillo -presidente del PP y
vicepresidente del Gobierno de Ceuta- le expuse lo sucedido.
Y Gordillo, tan vital como práctico, no dudó en responderme
que habría una representación ceutí en las fiestas dedicadas
a Valencia.
Y aquí está ya esa representación en El Puerto. A cuyo
frente está Juan Vivas. En una feria donde se cumple a
rajatabla ese lema de que nadie es extraño. “Donde todo
forastero es uno más en cualquier reunión, tan pronto acepta
la primera copa de vino”. Feria sencilla. Sin ínfulas de
grandeza ni de tonterías de tres al cuarto. A la que acude
el gentío dispuesto a pasárselo en grande. Y en la cual
corre el vino y la alegría sin cesar.
En esta ocasión, procuraré no quedarme afónico como me
ocurrió en 2007. Trataré además de no empinar el codo con
avaricia. Ya que el ‘rebujito’ termina haciendo estragos. Y,
sobre todo, aprovecharé la ocasión para conversar lo que
buenamente pueda, dado que es difícil charlar en las
casetas, con José María Morillo. Y mis razones tengo: quiero
felicitarle por ese blog que responde en internet al título
de ‘Habitantes y Gente de El Puerto de Santa María’. Y
decirle que me está haciendo recuperar emociones que creía
abolidas. Y que a medida que voy leyendo anécdotas,
opiniones, entrevistas, comentarios, historias pequeñas...
en suma: cultura gaditana; siento la necesidad de adentrarme
en sus páginas cuantas más veces mejor.
Ah, deseo coincidir en alguna caseta con Luis Suárez Ávila.
Con el fin de conseguir que me dé un curso acelerado de
“paracaidismo”.
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