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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE MAYO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Primero fue Galicia, ahora el llamado País Vasco gracias a la Constitución, porque jamás fue país ni nada parecido, simple y llanamente Las Vascongadas, sólo resta Cataluña para mandar a todos los independentistas a casa. Y aunque algunos no lo crean todo llegará.

Cataluña, mucho presumir los catalanes de cultura, lengua y de ser una nación con capacidad suficiente para autogobernase, pidiendo constantemente la independencia y para mas inri, los catalanes que tanto presumen de ser catalanes, están gobernados por un cordobés. ¡Toma del frasco, Carrasco!.

Los otros días, cuatro independentistas de pacotilla se encadenaron en el banco de España en protesta por la crisis, mientras otros treinta les jaleaban y les daban todo su apoyo desde la calle. El asunto sirvió para comprobar la gran mayoría de seguidores que tienen todos aquellos que defienden la independencia de Cataluña.

Los que por una u otra razón emigramos a Cataluña buscando una vida mejor, cuando volvimos a nuestras tierras no dejamos, en ningún momento, de sentir admiración por el pueblo catalán, sin dejar de comprender que los peores catalanes, por querer ser más catalán que los nativos catalanes, eran todos los charnegos que habían llegado desde diferentes puntos de España a Cataluña.

A los que por el contrario, no olvidábamos donde habíamos nacidos y a qué habíamos ido a Cataluña, nos hacia una gracia enorme, ver el esfuerzo que hacían todos aquellos que se creían más catalanes que los propios catalanes, tratando hablar catalán con un acento pueblerino que sonaba a maleta de cartón atada con la correspondiente cuerda y un olor a buen chorizo que te tiraba de espaldas.

Los que se quedaron, tuvieron descendencia. Y esa descendencia, más catalanistas que los propios catalanes, son los que más hablan de la independencia y de que Cataluña es una nación, cuando Cataluña por mucho ser, no es más que un condado.

Y aunque algunos no se lo crean, a pesar de haber nacido en Cataluña, al escuchar en sus casas hablar en castellano, se hacen un lío a la hora de expresarse en catalán, y su hablar sigue oliendo a chorizo de pueblo que te tira de espaldas.

La mayoría de ellos hablan un catalán “macarronico”, con el que piden, constantemente, la independencia de su “nación”. Pero, para su desgracia, cada vez son menos los representantes que tienen en la Generalitat, donde los que quedan tiene menos porvenir que un mono con vértigo, por mucha corona de espinas que se pusieran en la cabeza. Por cierto, no le entraba la corona ¿por qué no le entraría la corona?. Vaya usted a saber.

El día que desaparezcan todos estos cantamañanas, que viven más atrasado que le trasero, los de las maletas de cartón piedra desparecerán como por encanto y sólo les quedará, sin duda alguna, el tratar de conseguir hablar medio bien el catalán, sin hacer el ridículo por su acento andaluz, gallego, extremeño o murciano, y Cataluña volverá a ser Cataluña, sin añadidos ni colorantes que tanto daño le está causando ante el resto de España.

En este sistema de vida todo es posible. Sólo es cuestión de tiempo
 

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