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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 20 DE MAYO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Disculpado

La rápida respuesta global del Partido Popular a nivel nacional reaccionando contra una torpeza cometida por uno de los suyos, y reconocida por él mismo, ha sido concluyente y admisible. Es más, el senador que escurrió en la Comisión de Defensa del Senado su ‘preocupación’ por el número de soldados de origen magrebí, advertido de la barbaridad, rectificó públicamente y pidió disculpas también públicas, con el añadido de que no tendría inconveniente en que no aparecieran en el acta de la sesión, semejante ‘desbarre’. La salida desde Génova para llamar a la rectificación, así como la del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, añádanle la de los senadores ceutíes y, por ende, la del propio PP en Ceuta, han sido lo suficientemente notable en la defensa de lo que no debe jamás expresarse con reservas, duda o temor: “los ceutíes de origen magrebí son españoles”, que ha bastado para apaciguar la indignación. Aún más, ya sería conveniente el hecho de no insistir en esos latiguillos que determinan distinción entre los ceutíes. Los ceutíes, ceutíes son, con independencia de sus orígenes o de la religión que se profese, o de la que no se profese. Sin embargo, sí que debemos insistir en lo que realmente nos une, por encima de todo. Todos somos españoles; tenemos los mismos derechos constitucionales que nos protegen a los cuarenta millones de españoles repartidos en toda la geografía nacional. Senador o no, esta barbaridad puede estar al alcance de cualquiera que no actúe con el rigor necesario en su cotidiana labor. Ha sido eso, falta de rigor elevado al nivel de barbaridad por la que ha pedido disculpas de inmediato. Lo positivo es la respuesta de su propia formación política, y de las que han salido al paso pidiendo las explicaciones oportunas y la rectificación adecuada, en una buena dosis de reflejos políticos -también necesarios-.

Pidió disculpas, disculpado quedó. El senador Pastor ha aprendido la lección, seguro.
 

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