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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE MAYO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mabel Deu
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hubo un día, de hace ya varios años, en el cual tuve la oportunidad de verla como una mujer que parecía destinada a conseguir logros políticos. Más de los que hasta entonces se había ganado ya con su forma de ser.

Fue un 30 de julio de 2003. En Las Colombinas: Fiestas dedicadas a Ceuta y en las que Mabel Deu surgió como una diosa en las alturas discurseando antes de que la explanada del recinto ferial se inundara con la luz de la alegría de una Onuba que se volcó con todos los ceutíes que acudieron a disfrutar de la invitación.

En esa noche repleta de farolillos de colores, con la brisa marinera aliviando las calores de la estación, Pedro Rodríguez, alcalde de la tierra, hablaba con entusiasmo y aire ditirámbico de la mujer que había tenido que relevar a Juan Vivas, porque a éste le urgía estar en Madrid.

La consejera de Educación y Cultura paseó su garabato por todos los sitios. Iba vestida de dulce y no cesó de encandilar allí donde le tocaba estar como invitada de honor a unas fiestas incomparables y en medio de un ambiente colosal. Se sentía pletórica. Y a veces, ante tanto protagonismo, el rubor le encendía las mejillas.

Los ceutíes, residentes en Huelva, quedaron sorprendidos de aquella mujer que se metía por los ojos sin apenas trastornar las mientes. Y hubo momentos que fue jaleada por unos y por otros al grito de guapa. Y ella miraba hacia el infinito buscando la mejor manera de disimular su azaramiento.

A partir de ese momento pensé que la señora Deu estaba destinada a ser más que consejera de Educación y Cultura, que no es poco. Sólo le faltaba tener más tablas en la escena política. Porque estaba sobrada de formación y de educación natural y adquirida. Y, desde luego, su azaramiento en Huelva nada más que se debía a la emoción. Pues se le notaba, en las distancias cortas, que era mujer de carácter fuerte y poco dada a cohibirse por nada y menos.

Pues bien, han ido pasando los años y mucho me temo que con ellos han ido desapareciendo, sin prisas pero sin pausas, gran parte de las ilusiones políticas de aquella mujer que causó tan extraordinaria impresión en unas Fiestas Colombinas dedicadas a Ceuta.

Como es cierto también que MD ha ido perdiendo alegría y ganas de relacionarse con los demás. La Mabel que antes paseaba la calle con rapidez ahora lo hace con aceleramiento. Que son cosas bien distintas. Y de esas prisas, siempre inadecuadas, surgen los nervios; antesala del malhumor. Y el malhumor impide pensar bien. Y el pensar mal es allanarle el camino a los adversarios y a los enemigos. Los adversarios suelen estar en el bando contrario. Y los enemigos en el propio partido. Pero hay más: la gente recela de los políticos que pierden los nervios en la calle. Que es lo peor que les puede ocurrir a las personas públicas. Y ya sabes, estimada Mabel, de lo que estoy hablando.

Sí, lo sé, cómo no lo iba a saber... Me consta que has pasado por momentos difíciles. Y que la ausencia del viceconsejero de Festejos te trae a mal traer. Y que no encuentras las ayudas suficientes para sacar adelante una consejería tan exigente. Pero tú, Mabel, tan acostumbrada a sufrir reveses, no debes bajar los brazos. Ni desahogarte al aire libre. Ni tampoco perder el estilo. Y sobre todo debes ilusionarte nuevamente con tus cometidos. Cuanto antes.
 

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