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cultura - DOMINGO, 24 DE MAYO DE 2009


Elena Laverón en su estudio. cedida.

ENTREVISTA / Elena Laverón, escultora
 

«Una escultura debe mirarse por todas partes y si no lo permite,
no es una escultura»

Elena Laverón vuelve a su tierra natal a inaugurar una muestra de sus obras más representativas y que ya pueden admirarse
en muchos rincones de la ciudad. El truco: observarlas desde todos los ángulos

CEUTA
Paloma López Cortina

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El significado de sus esculturas es el particular que quiera darle el que las observa. Ella varía las formas y juega con los volúmenes. El fondo, lo deja en manos del público. Premio de las Artes y la Cultura de su ciudad natal, Laverón ha repartido su arte por Europa y América y es admirado por gentes de todos los rincones del mundo. Son esas personas que miran y tocan las piezas las que hacen inmortal su trabajo. Agradecida a su pueblo, ha traído hasta los rincones más entrañables de la ciudad autónoma una muestra de su obra que inaugurará la próxima semana y que podrá admirarse hasta el mes de septiembre. Repele la politización del arte y soporta las críticas. No pretende gustar, solo resolver los problemas escultóricos que se le plantean

Pregunta.- ¿Por qué se decantó por el arte de la escultura?

Respuesta.- No lo sé. Parece que era mejor como escultora. Veía más el volumen que el color, aunque el color me relaja... pero veo más el volumen.

P.- ¿Quién le enseñó a mirarlo?


R.- Eso se va aprendiendo sobre la marcha. Es lo primero que enseñaban en Bellas Artes: a ver, a mirar, a cerrar los ojos para captar solo lo esencial. Esa es la base del dibujo, de todo el arte. Pero eso era antes, cuando enseñaban, ahora las escuelas de arte creen que eso está pasado de moda y no enseñan nada...

P.- ¿Crítica nada más comenzar la entrevista?


R.- Soy crítica siempre que hay que serlo. Creo en la enseñanza como base del arte. Yo no soy autodidacta. Al principio aprendes eso y luego ya uno se va buscando hueco. Primero es captar de fuera para dentro, luego lo contrario. Y eso molesta, es natural, pero ya comienza uno a hacer su propia obra con esa especie de levadura que queda de ese proceso.

P.- ¿En ese momento en que saca del exterior lo que tiene dentro, dónde busca la inspiración?

R.- Trabajando. No me viene por un angelito que me dice que estoy inspirada. Yo me pongo a trabajar, a buscar, a dibujar y a veces encuentras y otras no. Pero sigues intentándolo hasta que encuentras algo.

P.- Ha vivido en Marruecos, en Ceuta, en Barcelona, en París, en Alemania... echando la vista atrás ¿qué guarda su arte de cada uno de ellos?


R.- Me quedo con todos, maravillosos... Marruecos lo descubrí cuando me fui de allí. Me entusiasmó llegar a Cataluña, donde apareció de pronto toda esa arquitectura que solo había visto en los libros... París, Ceuta... son etapas de la vida que me han enseñado mucho y que no sé si represento en mi obra. Yo juego con las formas que imagino... nada más.

P.- ¿Lo suyo es entonces el arte por el arte?

R.- No transmito nada... no me planteo. Yo creo volúmenes, juego con los espacios. Es una pregunta complicada. Como si le preguntas a un músico que qué intenta transmitir cuando compone y es lo que le sale. Busco una forma figurativa, la voy deformando, girando, poniéndole luz y consiguiendo que se vea por todas partes. Una escultura debe mirarse por todas partes, si no, no es una escultura, es un relieve o una pintura. Y hay veces que consigo esa armonía y otras no. Yo quiero hacer una escultura que tenga armonía y resolver unos problemas escultóricos. La inspiración viene sobre la marcha que me coge trabajando si no nada.

P.- ¿Y algún problema escultórico que no logre resolver le ha quitado el sueño?


R.- Tengo muchas piezas que se me han resistido y que aún no he terminado y llevo años intentándolo. Lo vuelvo a intentar, para una foto están bien pero no para que se vea por todas partes.

P.- Ahonda en lo puro, incluso primitivo. Juega con las formas y muchas de sus esculturas no tienes rasgos definidos en los rostros. ¿A qué se debe?

R.- Trato de simplificar buscando la fuerza del movimiento. A veces hago cabezas que tienen mucha fuerza. Pero si yo simplifico y luego complico en una cabeza, le quito fuerza a ese movimiento y por eso procuro hacerlas a parte. El poder de una mirada es demasiado fuerte.

P.- ¿Qué pueden ver los ceutíes por las calles?


R.- Algunas de las esculturas de la exposición tienen réplicas en sitios públicos, como la que está ubicada en la Gran Vía que posee la Unesco en París y otra en el Reina Sofía. Tenemos suerte porque en el mundo de la escultura hasta siete piezas se considera original.

P.- Parece que la cultura vuelve al lugar que le corresponde después de unos años en que la importancia que se le daba era directamente proporcional al personaje que la encargaba...

R.- Sí estuvo muy ligada al monumento. Ha tenido esa etapa pero lo importante es que la pieza hable por sí sola. No necesita nada. Y si lo que representa se entiende por añadidura pues mejor. Sigue siendo una escultura. Represente o no a alguien. Un trabajo artístico más que no tiene que ser simplemente una reproducción de un personaje.

P.- ¿Qué opina del mundo que rodea a la escultura en la actualidad?

R.- A lo mejor soy muy inculta pero no estoy muy enterada. Hay muy buenos escultores, otros que me gustan menos. En todas las épocas hubo el artista oficial que no siempre era el mejor sino el que tenía más contactos o medios y quizá era el mejor o no. Y lo sigue habiendo. Lo que no me gusta es la politización que se hace con el arte.

P.- ¿Le gusta que la gente toque las obras que al final concibe o con admirarlas ya es suficiente para evitar que se estropeen?


R.- Esos espacios son para que la gente no vea un muro sino cosas bellas. Que la gente participe, se suba y se siente sobre ellas... y a mi me encanta eso. Que jueguen los niños y los mayores con ellas y las integren en sus vidas, en sus paseos... que las hagan suyas.
 

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