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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE MAYO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Siempre se ha dicho, que nunca épocas pasadas fueron mejores. Y llevan razón quienes así opinan, puesto que el mundo avanza constantemente, y habernos quedados en épocas pasadas, sería un retroceso en el avance de la vida. Cosa que nos llevaría a seguir viviendo en las cavernas. Hasta ahí, totalmente de acuerdo pero…

Siempre hay un pero, en todos los órdenes de la vida. Resulta que van los médicos, y ante la obesidad que están experimentando nuestro niños lo que supone un gran peligro para su salud, aconsejan que se vuelvan a practicar, en los recreos de los colegios, los juegos a los que nos dedicábamos nosotros en nuestros tiempos, el juego del pañuelo, rescate, tú la llevas, el pilla pilla, y otras series de juegos que nos faltaría espacio para ponerlos todos.

Indiscutiblemente, aquellos juegos que practicábamos en nuestros tiempos, nos hacían hacer ejercicios físicos que nos permitan mantenernos en forma, a pesar de que las comidas no eran abundantes sino más bien escasas, pero buenas comidas. Las patatas eran patatas, los garbanzos eran garbanzos, las habichuelas eran habichuelas y los huevos eran huevos del campo y no de los pollos de granjas.

Por cierto hablando de pollos. El pollo, los que tenían la suerte de comérselo sin ser Navidad, era pollo auténtico criado en el campo, de carne sonrosada, que nada tenían que ver con los pollos que nos comemos hoy día, que le pegas un bocado a un muslo y se estira como un chicle, debiendo tener mucho cuidado no se rompa la carne, para evitar que te pegue un viaje en la boca.

Hay que reconocer que en aquella época, etapa de hambre, no es que los niños, me refiero a los niños de mi clase pobre, nos sobrase la comida, todo lo contrario, pero lo poco que comíamos era comida de verdad, nada de comida basura que hace engordar a los niños, con las misma facilidad que engordan los pollos de granja.

Si a esa comida auténtica, aunque fuese escasa, le añadimos los juegos que practicábamos, el resultado era que estábamos en perfectas condiciones físicas, aumentando nuestra resistencia con aquellos partidos de fútbol, con una pelota hecha con una media vieja de la abuela y rellena de papeles.

Por aquel entonces no existían esas maquinitas de matar marcianitos, que hacen que los niños se peguen, horas y horas, sentados el sofá jugando con ellas, haciendo menos ejercicios que un caballo de mármol.

A ese no hacer nada de ejercicio le añaden la comida basura, la obesidad entra en los cuerpos de los niños como Pedro por su casa. Y ni te cuento, serrana del alma, lo sedentario que se han vuelto todos con la llegada de Internet. Si con la maquinita se movían poco, con Internet es que ni lo intentan. Y, naturalmente, si no se hace ejercicio la obesidad llega.

De acuerdo en que tiempos pasados no fueron mejores, pero a pesar de tener más hambre que un caracol en un espejo, hacíamos ejercicio que, hoy día, según los médicos, sirven para luchar contra la obesidad. Algo hemos aportados a la nueva generación.
 

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