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OPINIÓN - VIERNES, 29 DE MAYO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Manolo y Juan Luis
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Por si alguien no lo sabe todavía, aquí estoy para decirle que yo trabajé un tiempo con Manolo González Bolorino. Lo que no diré es cómo terminó aquella relación laboral. Porque si no lo hice en su momento, no creo que venga a cuento hacerlo hoy. Puede que en alguna ocasión haya amenizado cualquier charla entre conocidos con alguna de las anécdotas que nos tocó vivir. Aunque nunca me dio por propalar lo que pensaba el hoy director de Radio Televisión Ceuta, en aquellos años, de Juan Luis Aróstegui.

Años en que Juan Luis y Manolo formaban una pareja muy bien avenida y que ponían sus cinco sentidos, según decían los demás, en servirse de la política para medrar. La imagen que muchos tenían de GB era la del hombre que había decidido participar en la vida pública con sólo fines materialistas. Le acusaban de que sólo le importaba el dinero. Y que sabía moverse entre bastidores de manera artera.

De aquel tándem, que durante varios años dio mucho que hablar, quien salía siempre peor librado en las conversaciones era Manolo. Y aunque solía aparentar que no le afectaba lo más mínimo lo que otros pudieran pensar de él, era evidente que iba acumulando sinsabores. Por decirlo de la mejor manera posible.

Testigo fui de sus comentarios. De cómo en algunos momentos, harto de ser el blanco de todas las censuras, necesitaba desahogarse. Y fui conociendo, durante los muchos meses que compartí trabajo con GB, qué clase de persona era Aróstegui. Mediante la visión del socio que ponía rostro a las decisiones que tomaba el otro.

Sí, ya sé que ustedes gustarían de saber cómo funcionaba esa pareja. Qué amistades frecuentaban sus componentes. De qué manera sacaban adelante las campañas electorales del PSPC. Todas ellas ostentosas. Propia de la conducta de nuevos ricos. Digo que ustedes querrían conocer datos, detalles, hechos de aquellos años en los que Aróstegui llegó a ser incluso concejal de Hacienda. Pero deben saber que, durante los muchos años que llevo escribiendo, jamás perdí la razón como para columpiarme en las alturas sin red. Y no creo que ahora deba hacerlo.

Lo que si diré es lo siguiente: mientras que González Bolorino sigue jugando sus cartas a su manera. Con esa peculiaridad que le distingue y a la que casi todos nos hemos acostumbrado. Faltaría más. Y vive convencido de que su astucia es tanta como para beneficiarse de cuanto hace. Ya sea como empresario o bien como director de un medio público. Y es capaz de decirnos a veces cómo es y lo que ha pretendido toda su vida y sigue pretendiendo –lo cual es de agradecer-, Aróstegui continúa creyendo que es el hombre más honrado que ha nacido en esta tierra.

Y subido en ese púlpito que le conceden los medios –por cierto, vendidos a Vivas, como suele él denunciar a cada paso-, Aróstegui da lecciones diarias de cómo hay que actuar en todos los sentidos. Y nos habla con sencillez impostada de que está cargado de ilusiones para salvar a Ceuta del desastre a la que está abismada. Y dice sentirse víctima de los que son poderosos. Y se nos revela como un hombre dispuesto a salvar a los pobres de las garras de los egoístas. De ahí su pacto con Mohamed Alí. Y... así hasta hacernos creer que su vida no tiene que ver nada con aquella otra compartida con González Bolorino. Éste, al menos, es auténtico.
 

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