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ACTUALIDAD - DOMINGO, 31 DE MAYO DE 2009


polígono del tarajal. reduan.

EL PASO EN EL POLÍGONO DEL CAOS
 

El Biutz, de la responsabilidad política a la policial

De las buenas palabras y compromiso de
colaboración de la primera reunión de la comisión hispano-marroquí en julio de
2004, a la cesión de la total responsabilidad
al Cuerpo Nacional de Policía

CEUTA
Antonio Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Recientes descubrimientos de historiadores ávidos de acercar detalles del pasado, indicarían que el postrero dictador Franco perdió una gónada en una acción bélica en el Biutz durante la célebre guerra de Africa.

Casi un siglo después, los fracasos derivados de la dejación de funciones en los compromisos previamente adquiridos servirían de excusa a elementos nocivos de esta sociedad para preparar una acción quirúrgica puntual y extirpar los atributos a los actores más débiles de esta ‘función’, cargandoles las culpas de una acción generada precisamente por la sucesiva dejación de responsabilidades que fueron asumidas en una mesa de negociaciones seis años antes.

Podríamos remontarnos al inicio de la década de los noventa cuando la corporación municipal de entonces proyectó la construcción de un polígono comercial en las cercanías de la antigua fábrica de la cerveza, una zona limítrofe por donde transcurría la línea de separación entre España y Marruecos donde todavía no existía la espectacular valla perimetral que años más tarde debió levantarse para frenar la masiva entrada de inmigrantes. Sólo recordar este dato para ubicar en ese tiempo a las mentes que favorecieron en su día la construcción de esa zona ideada primitivamente para ser industrial que derivó en un espacio de almacenaje comercial.

Los responsables intelectuales de entonces, algunos de ellos, se prodigan en la actualidad y sin ninguna vergüenza en las más acervadas críticas por los dramáticos sucesos vividos el pasado lunes. Pero, y que cada uno le ponga nombre y apellidos a los que configuraban la corporación municipal de aquella época, habría que iniciar el relato de este malparido flujo de mercancías en 2002. Entonces la frontera del Tarajal disponía de un acceso lateral -lo recordarán- por donde discurrían porteadores en un número infinitamente inferior a los que pululan en la actualidad. Su separación por una jaula realmente indigna y peligrosa era motivo de discordia permanente y controlada, por entonces, por la Guardia Civil con competencias en materia fiscal y paso de mercancías.

Añádanle los múltiples problemas que había en Benzú cuando estuvo habilitado el paso de porteadores y los constantes problemas que surgían como consecuencia de la actividad de la Benemérita, acusada permanentemente de dureza soportando constantes avalanchas en la zona. ¿La solución de Benzú?, cerrar el paso. Dicho y hecho. Sólo quedó pues la ‘jaula’ del Tarajal. Dadas las complicaciones que se generaban en la frontera y las constantes peticiones de los comerciantes de las naves -deseosos de un paso alternativo por que el que dinamizar aún más sus negocios-, en 2002 se proyectó un paso alternativo que fue durmiendo el sueño de los justos, entre otras cuestiones por las difíciles relaciones bilaterales hispano-marroquíes (Perejil aparte).

Cambió el color político en Madrid y las expectativas en cuanto a las relaciones entre los dos países motivaron encuentros y buenas disposiciones de entendimiento, de modo que casi dos años después, con el proyecto sobre la mesa en la Delegación del Gobierno de Jerónimo Nieto, se iniciaron encuentros con Marruecos. Mientras las grandes negociaciones se hacían entre Madrid y Rabat, la puesta a punto de las relaciones en la corta distancia se manejaban entre Rincón y Ceuta.

En julio de 2004 se reúne por vez primera la comisión hispano-marroquí. Fueron necesarias al menos tres reuniones para sacar la ‘voluntad política’ de apertura del Biutz adelante. La delegación española encabezada por el jefe del gabinete de Jerónimo Nieto, rodeado de asesores de la de Delegación y de los representantes de Policía Nacional y Guardia Civil visitaron hasta tres veces a la delegación marroquí formada por el responsable de seguridad de Tetuán, el comisario jefe de Bab Sebta (ahora agregado en la embajada marroquí en Madrid) y el jefe de la Aduana de la frontera.

Para ser rigurosos, mientras la voluntad, el visto bueno y los compromisos se tomaban con cierta ligereza, la Policía Nacional advirtió en varias ocasiones, en esos encuentros, de la problemática que podría devenir si lo comprometido por todas las partes no se cumpliera. Es más, siempre señalaron en la Policía Nacional su posición desfavorable por las condiciones que, sobre el terreno, tenía el Polígono.

Finalmente imperó la voluntad política ante las presiones de los comerciantes y para evitar el problema de la ‘maldita jaula’ lateral del Tarajal.

Con el visto bueno y el compromiso de Marruecos de alinear su parte del paso con obras a acometer, y la regularidad y control en las horas de apertura del paso, la delegación española trabajó su propia coordinación en Ceuta.

Para las tareas de control Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Local. A los comerciantes se les pidió colaboración para mantener la fluidez.

El hecho final es que el Paso del Biutz se abrió en las postrimerías de la época de Jerónimo Nieto como delegado del Gobierno quien no se cansó de declarar públicamente que cada uno de los actores comprometidos cumplieran con su cometido, esto es Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local y comerciantes. Eso sí, no pocas fueron también las peticiones (no públicas pero sí privadas) al wali de Tetuán, a las autoridades aduaneras marroquíes... Eran los finales de 2005 y ya había problemas de colas de 500 y 600 porteadores (qué curioso). Sólo cuatro años después las colas y las avalanchas las protagonizan ahora 15.000 porteadores.

De momento, y casi desde el inicio, la Guardia Civil se liberó de esa responsabilidad; la Policía Local acudía irregularmente con uno o dos zetas (insuficiente) y la Policía Nacional empezaba a ‘comerse un marrón’ cada vez de mayores proporciones hasta el punto que ya se necesita todo un grupo de UIP (45 hombres) para controlar a 15.000 personas -técnicamente imposible- por las avalanchas y los ritmos impuestos a voluntad por los aduaneros marroquíes (retrasos en la apertura, cierres anticipados...) dejando a miles de porteadores encerrados en el lado español o permitiendo exclusivamente, cuando les viene en gana, el paso a un tipo concreto de bultos. Es decir, para la Policía Nacional todo el caos.

La presión que, por otro lado, ejercen los comerciantes de los Polígonos, cuyas naves han permanecido irregularmente abiertas y operando más de una década por acción u omisión de la administración, no favorece la labor policial. Algunos de los propietarios de naves irregulares se convierten en consignas base desde donde los porteadores parten bien pertrechados de bultos (el submundo y la ley impuesta, al margen de la verdadera, campa a sus anchas). Los aduaneros marroquíes saben cuándo dejar pasar a quiénes. Las marcas de los bultos determinan el ‘pasaporte’ improvisado para el control de la ‘remuneración’.

La Policía Nacional, como medida preventiva para un mayor control fue alejando de la puerta a los porteadores para mantenerlos ‘embalsados’ de algún modo pese a la falta de espacio físico para un buen control de la masa, por ser también, lo anterior, el principal hándicap que afectaba al libre comercio.

La actuación de grupos organizados y estructurados para procurar el mayor número de pases provocan avalanchas fundamentalmente para desestructurar el orden policial establecido. Añádase, por ser cierto, la idiosincrasia de los porteadores que no están hechos para obdecer normas mínimas de conductas, ni de respeto hacia sus propios compañeros. ¿Resultado?, caos, descontrol, situaciones límite.

¿Culpables?

Se trata de un caos de espectaculares dimensiones provocado fundamentalmente por varias causas unidas en el desbarajuste. Un erróneo cálculo estratégico cuando se adoptaron medidas, desde la implantación de un polígono que iba a ser concebido como industrial para la manufactura, en el límite geográfico de Ceuta, y que se permitió su reconversión en almacenaje sin control en sus aperturas durante más de una década; añádase el error de reubicar un paso a 200 metros de distancia de donde se concentra toda la estructura de control de un paso internacional regulado por Policía Nacional en su labor de vigilancia y documentación; y la Guardia Civil en su control fiscal y aduanero; súmese el error también de creer que los compromisos iban a ser tomados por todos los actores, los de aquí y los de allí. Y añádase a la lista cualquier otro relacionado con la mala concepción de este área. Pero de ninguna manera - y habría que ser usuario de la poca vergüenza, del cinismo y de la hipocresía- podría admitirse que el culpable del caos y de los sucesos dramáticos del pasado lunes son achacables a la Policía Nacional, que por cierto fue la única que analizó desfavorablemente los primeros estudios de la apertura del paso del Biutz mientras que los demás actores aplaudieron, ovación incluida, la medida.

¿Culpables?, ya dijo el delegado del Gobierno en su inmediata comparecencia de prensa tras los sucesos, que ni era el momento de buscar culpables, ni los había porque lo ocurrido se circunscribía a los términos de “lamentable y desgraciado acontecimiento... inevitable”.

¿Tiempo de tomar medidas?, sí; ¿de asumir compromisos veraces?, sí; ¿de colaborar y respaldar a la Policía Nacional?, sí

Nuevo proyecto

El nuevo proyecto previsto, anexo lateralmente al actual Tarajal parece la mejor respuesta pendiente del visto bueno de un Marruecos que debe tener excelentes relaciones con el gobierno de España. De ser así y que finalmente se construya para clausurar el Biutz, hará volver las aguas a su cauce. La Ciudad deberá expropiar para crear espacios para los porteadores, la Policía Nacional los controlará allí, y la Guadia Civil los hará fluir por el nuevo acceso (controlando o no lo que llevan los bultos que para eso son competentes en la materia), y los comerciantes a vender, regularizar sus negocios y adecentar sus espacios privados.
 


El Biutz del nunca acabar *

Los técnicos policiales acostumbrados al control de masas, los que conocían las dificultades de su propia organización por lo escaso del número de agente, advirtieron en su momento, al anterior delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto de la complicación que se derivaría de la apertura del antiguo paso próximo a la antigua fabrica de cerveza. El Biutz fue un asunto propuesto y zanjado en el acto por el delegado del Gobierno Luis Vicente Moro, pero reabierto y puesto en valor, de nuevo, por Nieto tras la victoria del PSOE a nivel nacional.

Entonces, los problemas se centraban en los colapsos que se originaban en la frontera del Tarajal –en el famoso tubo- por donde debían pasar los miles de porteadores que a diario cruzan hasta nuestra ciudad.

La apertura del Biutz, que conllevó numerosas reuniones con el gobernador marroquí, se llevó a cabo. Parecía la panacea. Los empresarios encontraron en esta nueva fórmula la solución a sus problemas… pero no fue así. Pronto llegaron los problemas derivados de lo que, en su día, advirtieron los técnicos policiales. Problemas que no sólo no han ido en descenso, sino que ha provocado complicaciones añadidas que hacen insostenible para el empresario el mantenimiento del Biutz.

Es un caos. Es un caos el Tarajal en toda su extensión –nos referimos a las naves-. Se trata de un lugar no regulado, ni circulatoria, ni administrativamente. Lo que se proyectó para dar salida activa a una economía que miraba a Marruecos, se ha convertido –por mimetismo, quizá- en el desconcierto que es común en cualquier callejuela de Castillejos. Ventas ambulantes, pícaros, cargadores, cambistas. Naves que se convierten en refugios de quienes portan según qué elementos poco aconsejables. Un submundo que gira al amparo del aduanero marroquí de turno. Los hay honrados que no ponen la mano para permitir el paso, pero los hay habitualmente que la ponen y se erigen en los auténticos señores del caos. Los principales damnificados, nuestros agentes de Policía Nacional que tienen que soportar el hecho de que enfrente se cierre el paso según el estado de ánimo del marroquí. En definitiva, un desastre que debe tener en algún momento fin. Parece que una nueva salida por el propio Tarajal pudiera ser ahora la solución. Veremos pues. Entre tanto, cada vez queda menos para que el país vecino libere sus aranceles de importación, lo que devendrá en un caos para su población que, al menos, se gana la vida pasado mercancía desde Ceuta. Los empresarios ceutíes también tendrán lo suyo, y lo venimos advirtiendo desde no hace poco.

No hace falta añadir más.

* Reproducción del Editorial de El Pueblo de

Ceuta del 11 de diciembre de 2006
 

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