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OPINIÓN - LUNES, 15 DE JUNIO DE 2009

 
OPINIÓN / ANALISIS

El partido del sentido común

Por Julián Domínguez*


En la reciente precampaña y campaña electoral de las elecciones europeas en algunos foros se ha criticado a UPyD por la fundamentación política de sus ideas. Hasta tal punto, que se han llegado a atribuir propuestas inexistentes en los programas políticos hasta ahora elaborados por el partido (Generales y Andaluzas 2008, Gallegas, Vascas y Europeas 2009), pero es comprensible. Cuando una persona o una organización se escapa de los parámetros habituales, el análisis convencional no obtiene resultados fiables. Aplicar a Unión, Progreso y Democracia las definiciones al uso en la pestilente situación política española no es posible. Pero no estamos solos, hay muchos miles de ciudadanos y ciudadanas que nos votan, y hoy me ha alegrado sobremanera saber que además fuera de España, y con Italia de los Valores, de Di Pietro, es muy posible que esté nuestro querido Prof. Sosa Wagner.

Dicen algunos que no tenemos ideología. Y lo dicen porque quieren que nos encorsetemos en antiguas y obsoletas calificaciones del espectro político. Tendremos que repetir hasta la saciedad lo que nuestro Manifiesto Fundacional afirma, que nadie nace siendo de derechas ni de izquierdas; y que además es preferible hablar de progresismo en vez de hablar de izquierda o derecha. Ser progresista es luchar contra las tiranías que pisotean la democracia formal, así como contra la miseria y la ignorancia que imposibilitan la democracia material. Y ni los actuales partidos de izquierda ni los de derechas tienen el monopolio del progresismo, aunque ambas tradiciones políticas han contribuido a él. Escribía Martínez Gorriarán que si hubiéramos de ubicarnos podríamos estar en el centro de gravedad en el confluyen tres ejes del espacio que se corresponderían con el Izquierda-Derecha, Reaccionarismo-Progresismo y Universalismo-Reduccionismo. Quizás ese centro de gravedad, que no centro político, estaría en un lugar donde confluirían los pensamientos de Gregorio Marañón y Julián Besteiro, o a lo mejor no, pero desde luego que a muchos nos agradaría para romper con el sempiterno mito del supuesto conflicto de las dos Españas, la de los rojos y azules, la de la derecha y la izquierda, la de los buenos y los malos. En Ceuta ese maniqueísmo sigue existiendo como nunca alentado por los hooligans de PP y PSOE, y se adereza con una buena dosis de falsa convivencia de las “cuatro culturas”.

Dicen otros que somos de izquierdas, no solo porque algunos de nuestro partido hayan militado en el PSP de Tierno Galván (como el Prof. Sosa Wagner; o en el PSOE como Rosa Díez), y porque pretendemos evitar la desigualdad entre los ciudadanos cuando tiene causas económicas. Nuestro Manifiesto Fundancional dice que creemos que toda riqueza es social y se debe en último término a la sociedad, aunque provenga de la iniciativa individual que lícitamente se beneficia de ella. La mejor forma de redistribuir la riqueza socialmente acumulada son unos efectivos y accesibles servicios públicos para atender cuestiones básicas: educación, sanidad, comunicaciones, transporte, asistencia social a niños, minusválidos y ancianos, pensiones, etc… Unos servicios que han de tener calidad y deben gestionarse con eficiencia, evitando derroches en los recursos, mediante la concurrencia de los sectores público y privado, adoptándose las fórmulas que mejor respondan a los objetivos de atención a todos los ciudadanos y que, en todo caso, estarán sujetas a la supervisión del Estado. También dicen que somos de izquierdas porque respetamos y defendemos el derecho a elegir su identidad sexual cualquier persona, o porque somos rabiosamente laicos en un estado mayoritariamente cristiano.

Dicen otros que somos de derechas, porque defendemos que un Estado de Derecho necesita una lengua común, cuyo empleo no sólo es elección personal sino ante todo instrumento político para la realización dialéctica de la propia democracia. Todas las lenguas de nuestra nación son respetables y dignas de fomento, pero la castellana es además imprescindible como vehículo de entendimiento general y debate de las cuestiones que atañen a toda la comunidad.

Dicen otros que somos jacobinos porque pretendemos la vuelta de competencias al Estado de la Educación o de la Sanidad, precisamente para preservar a la ciudadanía de evidentes desigualdades que se dan en España (19 calendarios de vacunaciones infantiles, 18 sistemas educativos, etc..., hasta que no te atiendan en un hospital limítrofe a tu comunidad autónoma, o se extinga un incendio)

Dicen también que somos liberales porque entendemos que el Estado laico reconoce la fe religiosa como un derecho de cada cual y que solo está sometido únicamente a las leyes civiles.

Otros han comentado que somos socialdemócratas porque que propugnamos una regulación del gobierno y una intervención parcial en la economía. Nuestras propuestas programáticas de refuerzo de los organismos reguladores del mercado podrían ser un ejemplo de ello.

Y alguno más afirma que somos liberales-progresistas porque promovemos conseguir la mayor amplitud política en el campo económico, pero respetando los derechos de la ciudadanía, basado ante todo en una igualdad de oportunidades como la que propugna el artículo 9 de nuestra Constitución.

Alguno ha llegado más lejos diciendo que somos falangistas simplemente porque decimos que no somos de derechas, ni de izquierdas.

Si tuviera que calificar a mi partido debería hacerlo como un partido político progresista, laico, y transversal desde un punto de vista universalista, pero si se lo tuviera que explicar a alguien le diría que es el partido del sentido común. Un partido que desde la transversalidad propugna que la evidencia y la certeza no se discuta, algo así como pensar que no es un ser humano un feto de 13 semanas; y que lo mejor para los ciudadanos no pueda dudarse en bien de una ideología, algo así como que el estudio en castellano, nuestra lengua común no sea mejor para la educación de nuestros hijos como lengua vehicular, que otras lenguas, a las cuales no solo hay que respetar, sino también fomentar, pero no obligar a ser utilizadas como lengua vehicular por nuestros hijos. Esas son las cuestiones que entienden los españoles y españolas, pero hay quienes quieren en bien de sus partidos políticos que básicamente son organizaciones instrumentales para conseguir el poder, darnos una versión torticera de la realidad.

Si tuviera que calificar de donde viene la gente que se une a Unión, Progreso y Democracia, diría que pueden venir desde el Socialismo democrático, pasando por el liberalismo hasta el Socialismo personalista de Mounier, pero habitualmente de ninguno de ellos, sino que vienen atraídos por la aplicación del sentido común que hace mucho que abandonaron los partidos mayoritarios que siguen mirándose el ombligo y alentando a sus fans cada vez con mayor intensidad.

En próximos artículos seguiremos explicando dónde se ubica exactamente UPyD en el espectro político, y nadie debe dudar de ese espacio, entre otras cosas porque ya se lo han adjudicado los votantes, aunque los analistas políticos y los habituales de las tertulias estén todavía algo perdidos.

(*) Es portavoz y coordinador del UPyD en Ceuta
 

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