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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE JUNIO DE 2009

 

OPINIÓN / ESCRITOS CABALLAS

Un hombre santo
 


Javier Cherllarám
javiercherllaramt@elpueblodeceuta.com

 

Fue hace nueve años cuando pude saludar en persona al Padre Vicente Ferrer, en una impresionante conferencia- charla sobre su obra en la India en el estado del sur, de Andhra Pradesh. Aquellas imágenes que se proyectaron, las explicaciones de los miembros de su Fundación y la apoteosis final con la voz débil y quebrada de Vicente Ferrer, que decía que con tantas almas a su cargo y sin dinero, cómo se podía lograr aquello y se logró… Una salva atronadora de aplausos invadió el Salón de Plenos de la Asamblea de la Ciudad Autonóma. Nueve años después de aquel encuentro, los españoles que tenemos lazos de unión con la Madre India sentimos el dolor y la emoción porque algo de mí, algo de mi sangre de España y La India, ha colaborado y ha participado en la labor de los más necesitados.

Ha muerto Vicente Ferrer, el hombre del paraguas, Premio Convivencia de la Ciudad de Ceuta año 2000, premio Principe de Asturias de la Concordia 1998, y recientemente por el Gobierno de España, con la Gran Cruz del Mérito Civil. Ha sido enterrado en la localidad de Bathalapalli, a 30 kms de Anantapur, donde la organicización Vicente Ferrer tiene su hospital más importante junto a un centro de acogida para enfermos de sida. Asistió, en representación oficial de España, el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono. Vicente Ferrer, había sufrido mucho de salud a lo largo de su vida, pero siempre salía adelante. Se encontraba en estado crítico en los últimos días tras sufrir una embolia en el mes de marzo -estuvo ingresado en un hospital de la localidad de Vellore-.

Y han sido mas de cien mil personas las que han acudido a su casa a decirle el ultimo adiós en su domicilio de Anantapur, donde falleció en compañía de sus allegados. De toda clase, edad y condición. Todos, como dijo Blanca Romaná portavoz de la Fundación, han hecho un homenaje muy humano y cercano, ni tristeza ni alboroto, solo respeto. Todos tocaban su cuerpo y se pasaban las manos por la cabeza en señal bendita ante algo sagrado y maravilloso, como recibiendo su bendición. Era una experiencia muy intensa, gente que no comparten credos comunes estaban unidas por la labor que ejercía y a la que todos respetaban. Vicente Ferrer deja un legado que lleva su nombre, cubre 2.278 municipios en el estado meridional de Andhra Pradesh y beneficia a más de dos millones y medio de personas.

Miles de personas, en bicicleta, en carro o caminando durante horas, en familia o solos. La mayoría, personas a las que el destino, en forma de casta, había reservado una vida de paria, un destino esquivado gracias al trabajo de Vicente Ferrer, filántropo catalán, durante más de cuarenta años. Queda para el final mi recuerdo emocinado, y fue de su visita a Ceuta cuando Antonio Sampietro le entregó el Premio Convivencia con el Ministro Josep Piqué a Vicente Ferrer.

Al terminar los saludas y apretones de los asistentes a Vicente Ferrer, pude quedarme con él a solas, le conté el legado que me había dejado mi padre, toda una filosofía hindú, filosofía que fluye en mi alma y brota en mi sangre que emana de mi corazón, que se lo transmitía a mis hijas todos los días de mi vida.

El Padre Vicente Ferrer me prestaba mucha atención, pero me dejó una pregunta para el resto de mi vida, ¿has estado alguna vez en la India? Le dije que no. Pruébalo y lo sentirás en lo más profundo de tu ser estar en contacto con la Madre India. No olvidaré tus palabras allá donde quiera que estés, hay una promesa en el mundo, alguna vez en la vida, a gente como yo que tenga que ir a la India a encontrarse a sí mismo, hacer una jornada de peon en alguna de tus obras, hospitales, pozos, y colegios, tan sencillo como coger una carretilla cargada de ladrillos y llevarla de un sitio a otro, la jornada de un trabajador de la India, para sentirla como un español, Vicente. Como este que escribe, que nota fluir por sus venas las entrañas de la India, al sentirte a la vera mía, me di cuenta la única vez en la vida que tenía enfrente a UN HOMBRE SANTO.
 

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