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OPINIÓN - MARTES, 30 DE JUNIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Vivas: arquetipo de centrismo político
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Domingo. Diez de la mañana. Los bañistas van llegando a la playa de la Ribera. A cierta distancia, observo cómo Juan Vivas camina hacia una de las sombrillas. Tarda nada y menos en despojarse de la camiseta, pantalón y zapatillas. Atiende a quienes se le acercan a saludarle. Y, seguidamente, se introduce en el agua y nada, estilo crol, con eficacia, velocidad, y comodidad.

Su manera de nadar llama la atención. Lo hace muy coordinado y cubre un gran trayecto mirado por cuantos estamos compartiendo arena, sol y agua. Cerca de mí hay alguien que pone cara de satisfacción al comprobar que el presidente de la Ciudad es buen nadador. Y se lo dice a la persona que le acompaña. Y ésta, inmediatamente, le responde:

-Sí que nada bien; pero jugando al fútbol era mejor...

Pues si jugaba al fútbol mejor que nada, lo primero que pienso es que debió ser muy buen jugador. Pero también caigo en la cuenta de que nuestro hombre se tiene ganada a la concurrencia en todos los sentidos. Haga lo que haga y diga lo que diga, se lleva de calle a la gente. Es su momento de esplendor. Bueno, el momento de esplendor de Vivas dura ya varios años. Nueve, concretamente. Y se ha hecho dueño de la sensibilidad individual y colectiva de los ciudadanos.

Llegó a la presidencia, y sin hablar mal de la vigencia que heredaba, implantó Vivas su vigencia y sus costumbres. Y, sobre todo, puso en escena una forma de hacer política que no estaba bien vista entre los que son partidarios de usar la contundencia en las respuestas y el enfrentamiento a cada paso.

Cuando se le ha criticado esa forma de ser, no ha tenido el menor empacho en decir que él no es propenso a la pelea. Porque sus condiciones físicas no son las más idóneas para fajarse con nadie. Que suele rehuir el cuerpo a cuerpo. Y, con sorna, Vivas remata la faena: es que además pelear por pelear ya no se lleva. Se ha pasado de moda.

Pero no crean que el presidente de la Ciudad descuida su defensa, de modo alguno. Su defensa consiste en esquivar los golpes con rapidez y soltura. Y luego contraatacar con paciencia, sin echar las campanas al vuelo o dar tres cuartos al pregonero.

Semejante actitud, que siempre le dio magníficos resultados como funcionario destacado, sigue aportándole grandes beneficios en la vida pública. La cual se ha visto reforzada con dos victorias electorales, culminadas con mayorías absolutas.

Así que se siente importante, por más que él trate de negarlo con la boca chica. Vivas está crecido. Y esa importancia, en su caso, le ayuda más que le perjudica. Y hay que reconocerle el poder de contención que tiene. O sea, que todavía es capaz de domeñar la fuga de vanidad que pugna por salirle a la superficie.

Y, por si fuera poco, siendo Vivas en Ceuta fiel exponente del mejor centrismo político, que consiste sobre todo en no sacar a la gente de sus casillas, resulta que ahora Mariano Rajoy -también crecido por dos victorias electorales consecutivas- enarbola asimismo la bandera de ese centrismo cual arma decisiva para llegar a La Moncloa.

Un centrismo tachado de indeciso y ambiguo. Pero que no irrita a la gente. Porque no incita a meterse en batallas que no interesa a nadie. Vivas es el arquetipo de centro político que predica Rajoy.
 

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