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OPINIÓN - MARTES, 7 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cambios en el Gobierno de la Ciudad
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La muerte de Carlos García Bernardo ha dejado un vacío enorme en la viceconsejería de Festejos. Lo que digo no está contaminado por la sensiblería, sino que me parece una verdad más grande que la catedral de Burgos. Y es que Carlos le había cogido el aire al asunto y se había convertido en la persona idónea para estar al frente de ese menester.

Como no hay dos personas iguales, resulta difícil, en estos momentos, elegir al sustituto de quien durante muchos años fue capaz de hacer las cosas bien. Más que bien. Y lo que es mejor aún: nunca fue motivo de escándalo por nada y procuró por todos los medios hacer su trabajo sin alharacas.

Carlos cumplió su cometido con la seriedad que le caracterizaba; con humildad y sin tirar las campanas al vuelo. Era apreciado por distintas causas. Mas había una muy principal: siempre estaba dispuesto a que las guerras intestinas, tan dañinas siempre, no prosperan dentro de la parcela donde él tenía que desenvolverse.

Quien ocupe el sitio de Carlos deberá hacerlo colmado de ilusiones y estar revestido de cualidades suficientes para que pueda salir airoso de una tarea que García Bernardo supo desempeñar con sosiego y sobre todo con una dedicación rayana en el entusiasmo constante.

Y pienso que quien mejor podría incorporarse a la viceconsejería de Festejos es José Antonio Rodríguez. Porque es persona sencilla, cuyos conocimientos de la calle y de los actos festivos le ponen en disposición de ser el elegido.

Rodríguez tiene don de gentes, está habituado a transitar la rúe, alterna con sabiduría y discreción, y además ha sabido hacerse con las riendas de una consejería donde, al menor descuido, los problemas se agrandan hasta convertirse en escándalos peligrosos. Lo que indica, por más que sus detractores no lo quieran ver, que Rodríguez no se chupa el dedo desde que lo mecían en la cuna.

Cierto es que tanto a Juan Vivas como a Pedro Gordillo les cuesta lo indecible decirle a Rodríguez que deje la consejería de Gobernación. Por más que sepan que es el hombre que necesitan para continuar el trabajo emprendido por Carlos.

Mas deben decidirse cuanto antes. En principio, porque la Feria está ya a la vuelta de la esquina. Y, sobre todo, para que no siga habiendo en la viceconsejería de Festejos un vacío de poder que propicie hábitos que luego sean de difícil corrección. Por más que el personal de esa viceconsejería ofrezca todas las garantías exigibles. Y muchas más.

Ahora bien, la llegada de Rodríguez a Festejos supone que la consejería de Gobernación, tan compleja siempre, ha de ser encomendada a alguien con personalidad, y que goce de saberes varios concernientes a esa ocupación. Y creo que el Gobierno de la Ciudad cuenta con el diputado ideal para ese cargo tan lleno de responsabilidades como complicado a veces en extremo. Y ese diputado es Ángel Javier Díez Nieto.

Lo que no sé es si Díez Nieto -es decir, el viceconsejero de Recursos Humanos- querrá aceptar el envite. Aunque conociendo su voluntad de servicio y sus ganas de afrontar retos donde dormirse en los laureles puede ser fatal de necesidad, estoy por asegurar que dirá que sí. Y hasta me atrevería a augurarle una buena gestión.
 

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