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OPINIÓN - MARTES, 7 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Juan Carlos García Bernardo
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Era el hombre del área de festejos, exactamente su viceconsejero, que el pasado fin de semana fallecía en nuestra ciudad.

Era un hombre joven, todavía, 63 años de edad y el ánimo y la capacidad de trabajo como si se tratara de un chaval de 25. Pero ... un cáncer le segó la vida.

Ya hacía varios meses que no se le veía y es que se había auto apartado de la vida pública, pensando, estoy seguro, que había que reponerse totalmente para seguir con sus ocupaciones.

Juan Carlos García Bernardo era un político atípico, él no ejercía como hombre de la política, él era el prototipo del hombre que quería llegar y llegaba a todos, lo que le hizo ser valorado, tanto por su trabajo, como por su trato.

A lo largo del tiempo que ejerció en festejos, siempre supo cual era su cometido, nunca esquivó el bulto en las dificultades y su actuación la ejerció cada día en toda regla. Sabía donde estaba, sabía el terreno que pisaba y eso le hizo estar siempre en terreno seguro.

Ahora, con su muerte, ha dejado una auténtica marca de lo que debe ser en Ceuta “el hombre de festejos”.

Desde meses atrás, la terrible enfermedad que, al final, se lo ha llevado parecía que lo estaba agarrando con saña. Él, parecía que, no se dejaba vencer con facilidad, pero ... al final, nos ha dejado para siempre.

Durante más de seis años ha permanecido en este área, sin que haya habido ningún mal problema en sus cometidos. Su valedora Mabel Deu tendrá difícil poder encontrar un colaborador y un hombre de confianza como ha sido él.

Y digo esto porque le apasionaba su trabajo, algo que hay que resaltar, por encima de todas sus otras cosas buenas, que eran muchas.

Quienes trataban a diario con él, hablan de un hombre bueno, amable, cumplidor en todo momento además de que, por encima de todo esto, era observador de todo lo que había que hacer.

Ni que decir tiene que, la noticia, aunque esperada ya, ha caído en la Ciudad como un auténtico mazazo, lo que se ha manifestado con un profundo dolor por la pérdida del hombre, del amigo y del perfecto artífice de lo que había que resolver en el área de festejos.

Su muerte ha sucedido en los instantes más inoportunos, en vísperas de la feria que, en esta ocasión, no va a tener el sello de García Bernardo, con lo que aquel y aquellos que cubran su parcela, este año lo van a tener más complicado, porque cualquier anomalía será analizada con lupa, precisamente por su falta.

Tras la muerte de ciertas personas, se acostumbra a valorar al fallecido, pero aquí García Bernardo había sido valorado siempre, como lo que era:” un hombre de bien”.

Ahora, tras su muerte, se le recordará con añoranza, se verá en él la imagen del hombre que quiso que los festejos de Ceuta fueran cada día más llamativos y quienes han convivido con él lamentarán cada día la pérdida de ese amigo, de ese hombre que no dejaba nada a la improvisación.

La Ciudad ha perdido a uno de sus hombres, al hombre leal, al hombre que estuvo siempre dispuesto a apoyar, fuera en el momento y en la circunstancia que fuera.

Sin lugar a dudas, sus amigos no lo van a olvidar y sus conocidos tampoco. Se ha ido un gran hombre.
 

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